A través de mí

A través de mí

Hace casi una semana atrás tenía una clase online de un curso sobre liderazgo juvenil que comencé hace un par de meses. Todo iba bien, luego de solucionar algunos problemas técnicos nos reunimos con mi profesor y comenzamos a revisar mis respuestas a las preguntas de los foros, las tareas y otras asignaciones que nos habían dado. Comencé a contar cómo trabajábamos en mi congregación, cómo eran los adolescentes y los jóvenes, etc. y así comenzamos a conversar por varios minutos.

Al avanzar en los contenidos y revisar la mayoría de mis interacciones en la plataforma del curso comenzamos a hablar sobre la forma de llegar a los adolescentes y el cómo ellos podían sentir que participaban activamente en su propio crecimiento espiritual, aportando también en la vida de sus amigos y familiares. Comenté una actividad que realizamos con ellos un día, en donde tenían que escribir en un papel algo que Dios hubiese hecho en sus vidas que lo transformara en alguien sensacional. Al momento de oír la instrucción comenzaron a preguntarme si el resto de sus compañeros lo leería o si debía ser dicho en voz alta; lo que iban a escribir dependía directamente de si debían expresarlo públicamente o no. Cuando terminaron de escribir les reflejé que si no éramos capaces de contar entre nosotros mismos las maravillas que Dios había hecho EN NOSOTROS, difícilmente podríamos contárselas a alguien más, pues finalmente hablarle de Dios a otros es contarles una buena noticia, y para eso tenemos que estar convencidos primero nosotros.

Cuando logro pensar en lo que Dios ha hecho en mí y contárselo a los demás he dado un primer paso que me prepara para los siguientes.  Contar lo que Dios ha hecho en mí debiese ser fácil y salirme espontáneamente, es tanta la gratitud y la sorpresa de ver cómo las cosas van ocurriendo que no es ni siquiera necesario exagerar o adornar situaciones. No obstante, el error que cometemos la mayoría es quedarnos sentados pensando en lo que Dios ha hecho en mí pero no en lo que ha hecho (o puede hacer) a través de mí.

La situación cambia cuando salgo de mi espacio cómodo, de mi “cuna” en donde todo lo que recibo es para mí, para que yo esté bien, para que yo esté feliz, para que yo me sienta bien, ahora empiezo a mirar a mi alrededor y a pensar en qué tan relevante estoy siendo en mi familia, en mi trabajo, en mi universidad, en mi círculo de amigos, en mis relaciones interpersonales ¿estoy dejando que el Señor haga Su obra a través de mí? Y por otra parte, ¿analizo qué es lo que Cristo hace a través de mí? ¿Estoy sirviendo como un canal de comunicación más que como un receptor? Todas estas preguntas son necesarias de hacer para descubrir en qué paso estamos y dispuestos a qué.

Es cierto, nadie puede discutir que Cristo ha hecho maravillas en nosotros, yo soy la primera en sorprenderme por lo que Él ha hecho en mí, pero quiero pasar a la siguiente vereda, quiero ver algo cuando tenga que pensar en lo que Jesús ha hecho a través de mí, porque en ese “a través” está el verdadero sentido de que Él esté “en mí”…

Autora: Poly Toro

Escrito para www.destellodesugloria.org

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