Me hizo sacar del pozo de la desesperación

Me hizo sacar del pozo de la desesperación

Cuando nos caemos en un pozo, cualquiera sea: puede ser de depresión, de agotamiento físico, de dolor, de enfermedad, de abatimiento emocional, es cuanto más nos abrazamos a Dios, en una búsqueda diferente a todas las que hasta el momento veníamos teniendo. Soltamos aquellas cosas que nos parecían “muy importantes” y nos inclinamos a vivir en una forma más sencilla, porque ya no tenemos ni las fuerzas, ni el ánimo que hasta hace poco tiempo atrás teníamos. Ahora las cosas son diferentes, NECESITAMOS LA AYUDA DE OTRAS PERSONAS.

En el Salmo 40.1 y 2 dice: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso”.

Vemos que dice “y me hizo sacar”, alguien sin duda tiene que venir en nuestra ayuda, de lo contrario, nos quedaremos para siempre allí. Cuando nos encontremos bajo esas circunstancias nos vamos a encontrar con diferentes tipos de personas, quienes nos dirán:

“Me identifico con tu situación”: ese sería el caso de

Alguien que experimentó algo similar a lo que nosotros estamos pasando. Son personas más bien cariñosas que tienen misericordia y siempre te van a decir algo que te consuele, nunca que te desanime.

“Es lógico que te hayas caído ahí adentro”: son aquellas personas muy objetivas, que nunca se detienen a ver cuál es realmente el problema que tienes, ellos solamente ven el “panorama general” que es el cuadro incompleto, viven dando opiniones sobre tu vida, pero nunca se detienen a preguntarte por qué estás en el pozo.

“Por algo será”: esos son aquellos que piensan que seguro que algo malo hiciste, sino no estarías pasando por un momento así. Son los que tienen un espíritu fariseo, los que ven pecados por todos lados, los que ponen cargas en los demás, que ellos jamás llevan.

“Confiesa que no estás en el pozo”: son aquellas personas muy optimistas, que no ven la realidad de nada, porque no les interesa lo que te pasa. Ellas te dicen: “tampoco es para tanto, vamos que tú puedes salir sin la ayuda de nadie”.

“Las cosas van a empeorar en el pozo”: esta es la voz de los pesimistas, ellos no ven la salida de nada. Todo es oscuro, miran siempre para abajo, transmiten ansiedad, desesperanza y temor.

“Mereces estar en el pozo”: son los que emiten un juicio sobre tu vida, no tienen piedad, son implacables al momento de “dictar su sentencia”.

PERO UN DÍA, VINO ALGUIEN QUE NOS TOMÓ DE LA MANO Y NOS SACÓ DEL POZO.

Recordemos el caso de Lázaro el amigo de Jesús que había muerto, y hacía cuatro días que estaba en el sepulcro. Antes de ir a resucitarlo se encuentra con Marta y María las hermanas del fallecido, quienes le cuestionan a Jesús por qué no había llegado antes que el hermano muriera. Qué tremendo fue para Jesús, escuchar a estas dos mujeres que eran amigas suyas, con un corazón lleno de incredulidad hacia Su Persona. Fue tal el dolor del Señor que lloró, no por el difunto, porque él sabía que lo iba a resucitar, sino por la incredulidad que lo rodeó en ese momento.

¡Qué increíble que es el Salvador! No sólo llora por nosotros cuando pecamos por incrédulos, sino también lo hace cuando sufrimos. Desciende a nuestra altura para compartir nuestro yugo de modo que el peso del dolor sea más ligero.

SIEMPRE QUE ESTEMOS EN EL POZO EL VENDRÁ EN NUESTRA AYUDA.

Cuando tenía cinco años de edad, la muerte tocó la puerta de mi vida. Había salido mal de una operación de garganta y empecé a devolver toda la sangre que había en mi cuerpo. Estaba muy débil, llamamos a un médico del barrio que no le prestó mucha atención a mi caso y le dijo a mi madre que “pronto me iba a recuperar”. Mi situación empeoraba y me llevaron a otro médico, quien me puso una inyección para poder resistir hasta llegar al hospital donde me iban a volver a operar. Recuerdo muchas cosas de aquel día, entre otras a mi papá teniéndome en sus brazos, mientras se le caían las lágrimas, porque pensaba que me iba a morir. Por la Gracia de Dios salí bien, JESÚS ESE DÍA ME SACÓ DEL POZO DE LA DESESPERACIÓN. A partir de allí y catorce años después cuando lo recibí como mi Salvador, tomé como mi texto lema:

“Yo soy la Resurrección y la Vida, el que cree en mí aunque esté muerto vivirá”.

Porque ese es nuestro Rey. Dios nunca nos dejará en la cueva sino que bajará, su voz entrará a la cueva y Él nos sacará de allí. Y podremos decir como el salmista: “¡Bendice alma mía a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios, Él es quien rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias!”.

Autora: Silvia Truffa

Escrito para www.destellodesugloria.org

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