(¿) No te puedes equivocar (?)
(¿) No te puedes equivocar (?)
“No te puedes equivocar” ha sido lejos lo peor que me han dicho en la vida. Esa oración está cargada de tanta exigencia que ya el hecho de cómo se ve escrita me produce incomodidad. Es cierto, NINGUNO de nosotros quiere (entiéndase por “quiere” que sea voluntariamente) equivocarse, pero también es una garantía que lo haremos, y no sólo una vez ¡muchísimas!, querámoslo o no, es un hecho. Nuestra naturaleza humana es así, se equivoca, tropieza y aprende. Bueno, en algunos casos sólo se equivoca y tropieza, una y otra vez…sin aprender, pero no me referiré a eso hoy (¡nos salvamos!).
Lo cierto es que Dios no desaprovecha ninguna oportunidad. Pensémoslo unos minutos ¿de qué hemos aprendido más, de nuestros aciertos o de nuestras equivocaciones? Sin lugar a dudas ha sido de nuestras equivocaciones y ésas, Dios les ha dado un valor agregado, porque las ha utilizado a nuestro favor. El tema problemático y riesgoso aquí, es cuando no aprendemos de nuestro errores, o más aún, cuando creemos que la consecuencia de una mala decisión es un “castigo” de Dios o algo “injusto”. Acá hay que parar las antenas y darse cuenta que no es así. Una decisión, buena o mala, traerá consecuencias a nuestra vida y a veces, a la vida de los demás. Pero no hay que temerle al error ni mucho menos pensar que en la vida hay que acertar el 100% de las veces, no es así. El único que nunca se ha equivocado y que NUNCA lo hará es Dios y aunque llevemos una vida de mucha consagración, es muy probable que Él siga permitiendo el error en nuestras vidas para acercarnos a Su corazón.
Ahora bien, cuando a sabiendas hacemos algo que sabemos que no está bien, obviamente las condiciones cambian. Pero aún así, lo que sea que ocurra después de esa “brillante” opción, traerá crecimiento a nuestra vida dependiendo de cómo sea nuestra relación con el error. Si pertenecemos a una familia muy exigente en donde no hay espacio para fallar, o es más, si nos han reprochado por alguna equivocación por más pequeña que sea (como romper algo o sacarse una mala calificación por sumar en vez de restar) es muy probable que la posibilidad de error no sea una opción, y cuando ocurre la sensación de inutilidad embargue todo. Pero en nuestra vida el error no es una opción, es una garantía.
Es lógico que queramos acertar siempre, es más, si amamos a Dios lo queremos agradar y hacer las cosas a Su manera y no a la nuestra, pero llegar a conectar con eso es un trabajo de TODA LA VIDA y por mucho que le temamos a las equivocaciones (en verdad, más le tememos a las consecuencias) nadie nos dijo que éstas nos iban a llegar, son como la letra chica de un contrato, están allí aunque no nos gusten. Pero en medio de todo esto, está el corazón correcto de Dios, ese corazón que no se equivoca y que no demanda de nosotros la perfección, sino que quiere que incluso con todas nuestras imperfecciones, lleguemos a Él humildemente, sabiendo cuál es nuestra realidad y entendiendo que es Él quien la transforma en algo extraordinario.
Dios te dice que sí te puedes equivocar, Él sólo te pide que no lo hagas a propósito. A Él, más que importarle la equivocación en sí, lo que le ocupan son los daños a ti mismo y a terceros que pueden ocasionarse pudiendo evitarse, pero Dios nunca va a perder una oportunidad para hacerte crecer y hacerte ver Su infinito amor. Dios no es un papá que castiga cuando haces algo mal, Él no se va de tu lado cuando estás enfrentando las consecuencias (buenas o malas) de una decisión tomada, se queda contigo, te acompaña y te da vigor para no volver a hacerlo.
Con Dios SÍ te puedes equivocar, porque con Él siempre puedes volver a empezar.
Autor: Poly Toro
Escrito para www.destellodesugloria.org