Hacer el bien trae bendiciones

HACER EL BIEN, TRAE BENDICIONES

hacer el bien traeExisten buenas personas que tratan de hacer el bien a los demás según consideran que lo merecen; sin embargo, existe otro tipo de personas que se deleita en hacer el bien sin importar cuánto lo merezca o lo necesite la otra persona, sólo se dejan llevar por la generosidad que hay en sus corazones.

No importa de la manera en que honres o a los que honres, pueden ser necesitados o no tan necesitados, siempre que das estás sembrando para ti mismo, porque es más bienaventurado el que da, que el que recibe. “Acuérdense de esto: El que da poco, recibe poco; el que da mucho, recibe mucho”, 2 Corintios 9:6 (Traducción Lenguaje Actual). Ahora, no es que vamos a empezar a dar porque sabemos que recibiremos más; la idea no es esa, la idea es que demos con alegría según el Señor proponga en nuestros corazones. El que da con alegría no espera recibir nada a cambio, da a los demás con generosidad y sin ningún interés, y Dios que conoce los corazones sinceros y generosos, dará abundantemente todo lo que estos dadores alegres necesitan.

¿Cómo no dar entonces? Cuando sabemos perfectamente que cuando sembramos buenas semillas, segamos buenos frutos. “Hacer el bien, trae bendiciones” y dar a los demás, aún cuando estamos en necesidad, es muestra de la generosidad y del amor de Dios que hay en nuestros corazones.

Pidamos a Dios un corazón generoso, que no tema desprenderse de las cosas que otros están necesitando, o que aunque no están necesitando, puede ser de gran bendición para sus vidas. Cuando nos desprendemos de las cosas que amamos y aún que consideramos necesarias, estamos confiando en el poder sobrenatural de Dios y en su fiel provisión; entonces, demos, demos con alegría según lo decidamos en nuestro corazón, no de mala gana ni por obligación o por interés, porque a Dios no se le puede engañar, de Él nadie se burla, cada uno cosecha lo que siembra. Gálatas 6:7 (Nueva Versión Internacional).

Puedes dar mucho, pero si no lo estás haciendo de corazón, de nada vale que lo hagas, porque Dios ama al que da con alegría.

¡Cada vez que demos, demos de corazón pensando en agradar a Dios, y no en agradar a los hombres!

Autora: Marisela Ocampo Otálvaro

Escrito para www.destellodesugloria.org

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