Advertencia contra la incredulidad

Advertencia contra la incredulidad

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Crecí con un único proyecto de vida, casarme, ser mamá y llegar a anciana, con el sueño cumplido de una familia feliz. Creía,para ese entonces, y aún lo creo, que el matrimonio es para toda la vida, un compromiso con Dios de ser mejor cada día y la aventura más extrema que vale la pena vivir, al lado del ser que amas y Dios eligió para tí.

Las cosas no salieron tan bien como esperaba, la presencia de un Dios bombero en mi vida, al que acudía, solo cuando tenía algún problema y el haber idealizado a mi esposo de ese entonces, a tal punto que mi vida giraba en torno a él, sembró semillas de tristeza y desamor que más tarde traerían fruto de amargura, queja, resentimiento y falta de perdón.

Tenemos la libertad de elegir y recibir las consecuencias de lo que elijamos. Tus decisiones y acciones, serán de bendición o maldición para tu vida, dependiendo de la motivación en tu corazón para llevarlas a cabo.

Me casé, creyendo que mi voluntad y lo que yo pensaba o sentía, estaba por encima de la enseñanza que mis padres me habían dado, en mi orden de prioridades estaba en primer lugar, aquella persona que había elegido para compartir el resto de mi vida, era absolutamente todo para mí, a tal punto, que me alejé de Dios y comencé a creer que mi motivo para respirar era él. Rezaba, más no tenía una relación personal con Dios, jamás leía la Biblia y mis días aunque en compañía, se tornaban solitarios y muy tristes.

Mi caminar hacia Cristo no ha sido fácil, cuando mi matrimonio finalmente se quebró, renegué de Él, le dije que no existía, le grité llorando, que si Él existiera, yo no debería estar sufriendo el abandono de aquella persona dueña de mi corazón. Sentí morir, el suelo que me sostenía se abrió a mis pies, no pensé en mi hija, simplemente mi derrota, me llevó a escoger la muerte física y espiritual.

Pero fue allí, en donde Jesús en vez de apartarme de su plan, me abrazó, aprendí a orar, puso personas maravillosas en mi camino que me regalaron una Biblia, jefes que lo conocían, para que en medio de los devocionales que se realizaban en la Compañía después de almuerzo, empezara a ver, a creer, a obtener respuestas y a confiar en la existencia de un Dios Todopoderoso, al que no le queda grande nada, capaz de traer alegría en medio de las circunstancias difíciles y paz en medio de la tormenta más fuerte.

Su plan era otro, mi mejor amiga, apareció en mi historia, para ser utilizada como un instrumento de Dios. A través de su testimonio,le entregué mi vida a Ély arrodillada y arrepentida loreconocí como mi Señor y salvador.Recuerdo ese día como si fuera ayer y me embarga una emoción indescriptible, es mí antes y después, porque a partir de ese día, mi vida no fue la misma.

Dios es un papá no de una, sino infinitas oportunidades. Le doy gracias a Él, por su misericordia, por perdonarme todo aquello que en mi ignorancia hice y dije, por haber restaurado mi vida y por hacer de mí, una mujer feliz, orgullosa de su esposo y de sus hijas, lo siento conmigo en todo momento, en los buenos y en los no tan buenos, con la firme convicción de que ya no soy yo quien tiene el control y que es Él quien elige por mí.

Si la incredulidad reina hoy en tu corazón, si te levantas cada día creyendo que en tus fuerzas puedes llevar a cabo con éxito tus proyectos, si tu corazón está endurecido por las malas experiencias, si te has rebelado y no deseas escuchar o leer acerca de un Dios que anhela encontrarte, salvarte y traer paz a tu existencia, es el momento oportuno de elegir un nuevo rumbo, para que tu desierto quede en el pasado y puedas disfrutar de la tierra prometida.

Por lo cual, como dice el Espíritu Santo:

“Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira:

No entrarán en mi reposo” (Hebreos 3:7-15 RVR1960).

Dios no fuerza la fe a quienes no quieren tenerla, pero eso no significa que no espere con ansias el momento de abrazarte, de decirte al oído que te ama, que eres importante para Él. Temer a Dios, es creer en su palabra, en sus milagros, en el poder que tiene para cambiar aquello que en nuestras fuerzas no podemos cambiar, implica un sincero arrepentimiento, una decisión, un pensar, un sentir y un actuar a la manera de Cristo….¿qué esperas? ¡Solo hazlo, no pierdas más tiempo!.

Escrito para www.destellodesugloria.org

Por Lilo de Sierra

 

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