Errores de los cristianos del siglo XXI – Parte 3

ERRORES DE LOS CRISTIANOS DEL SIGLO XXI

(Parte 3)

Lectura: Santiago 2

Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.

El libro de Santiago es un libro lleno de exhortaciones para la iglesia. Sus palabras tienen una vigencia permanente para la iglesia de cualquier época y, por tanto, tienen un gran significado para nosotros. El autor sabe señalar muy bien los errores que cometemos, así como la manera como debemos enfocarnos en su solución. A continuación, me gustaría que reflexionáramos sobre estos errores y hagamos una reflexión interna para no volverlos a cometer:

  1. Discriminación (Santiago 2:1-13)

Estamos cometiendo pecado cuando discriminamos a cualquier persona. Santiago nos da un ejemplo sobre la manera cómo nos comportamos frente a alguien que llega con opulencia a nuestra congregación y otra persona pobre y vestido humildemente; él asegura que, si decimos al rico que se siente en un buen lugar, pero al pobre lo dejamos de pie solo por su condición estamos cometiendo pecado, pues estamos discriminando.

He encontrado iglesias actuales en las que hay unas sillas especiales reservadas para ciertas personas. Me parece triste dar el mensaje de que hay personas más importantes que otras en una congregación cuando todos somos hermanos en Cristo.

También he visto discriminación en cuanto al estatus social y económico. He notado que hay iglesias en las que aquellas personas con un alto poder adquisitivo son tratados de manera diferente a aquellos que no lo tienen. Este comportamiento no tiene ninguna justificación, no podemos tratar diferente a quien da más para la iglesia, no podemos darle un trato especial solo porque tiene capacidad para aportar más que otros; esto es pecado.

Vivimos en una época con cambios sociales complejos. Por ejemplo, el homosexualismo se ha convertido en un tema de debate en el mundo de hoy, debate del que la iglesia no ha sido ajena. Sin embargo, me parece triste la posición que hemos tomado frente a este tema. La Biblia expresa claramente y en varias ocasiones que el homosexualismo constituye un pecado ante Dios, pero ¿No se supone que la iglesia es un lugar que acoge al pecador para ayudarlo a conocer a Dios y cambiar? Pienso que nos hemos vuelto críticos y hemos juzgado con severidad a quien dice ser homosexual, ¿Cómo una persona que manifiesta ser homosexual querría acercarse a una iglesia que lo discrimina? También en esto hemos pecado, los hemos discriminado y nuestra labor en Cristo no es solo decir lo que está mal, sino ayudar al pecador a dejar el pecado mediante el amor y la misericordia, no mediante el juicio y la crítica destructiva.

Pecamos cuando sabemos que un miembro de nuestra congregación cometió un pecado o recayó en alguna adicción, pero le damos la espalda mediante nuestras voces de rechazo, nuestra murmuración o mediante nuestra mirada prejuiciosa. Conozco personas que han decidido alejarse de una congregación por sentirse discriminados pues cometieron un error, pero no sintieron el abrazo de una iglesia que los ama y lo quiere ayudar a recuperarse. En este hemos pecado.

  1. La falta de misericordia (Santiago 2:14-26)

Es común hablar sobre el diezmo en las iglesias. En muchas de ellas se dedica un momento especial en cada culto para hablar sobre este tema mientras se recogen las ofrendas. Pienso que dar nuestros diezmos y ofrendas en la iglesia es bueno pues ayuda a crecer la obra de Dios y sostiene a los pastores (siempre y cuando se usen de forma honrada y correcta); el problema es que poco se habla sobre apoyar a nuestros hermanos y a las personas necesitadas.

Me parece algo triste ya que, examinando la Palabra, veo que Jesús habla constantemente sobre dar a los pobres, apoyar a los que tienen necesidad y dar la mano a quien está pasando dificultades.

Santiago afirma que de nada sirve orar por nuestros hermanos si, teniendo dinero para ayudarlos, no lo hacemos. No basta con orar ni con tener fe en que Dios los va a ayudar, es necesario también actuar y tener misericordia de ellos, dándoles lo que están necesitando y aportando para saciar sus necesidades.

Me parece muy bien que apoyemos nuestra iglesia local, que sostengamos a nuestros pastores y que aportemos a la obra de Dios; pero considero que debemos tener un mayor énfasis en que nuestro dinero sea usado para aportar a las necesidades de nuestros hermanos y de nuestra comunidad.

De hecho, si recordamos los primeros años del cristianismo, veremos que todos aportaban económicamente con alegría sus pertenencias y riqueza para repartirla entre aquellos más necesitados. Sin duda estos aportes financiaron la expansión del Reino, pero también aportaron a saciar el hambre y la sed de muchos hermanos de aquel tiempo.

La iglesia de hoy parece estar enfocada en construir grandes y lujosos lugares para congregarse, en adquirir nuevos elementos electrónicos o de sonido y en construir nuevos templos o apoyar las misiones. Nada de esto está mal, pero sí está mal que tenga mayor prioridad que satisfacer el hambre y la sed de quien está pasando necesidad, de quien no puede sostenerse a sí mismo, de aquellos que, irremediablemente, dependen de otros para sobrevivir. Preguntémonos, ¿Qué tiene mayor valor para Dios?, ¿Dar comida y bebida a los huérfanos, a los ancianos y a las viudas que no pueden sostenerse o construir un templo de 3 pisos lleno de lujos?

La solución empieza por cada uno de nosotros. Cuando cada uno, desde lo poco o mucho que pueda, empieza a sentir misericordia al ver la necesidad de su prójimo y toma la decisión de hacer algo al respecto, está convirtiéndose en un verdadero representante de Cristo y de su mensaje.

QUE DIOS TE BENDIGA

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará”

Salmo 1:1-3

Autor: Juan Felipe Caro Valencia

Escrito para www.destellodesugloria.org

COMPARTE


Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook: