Reflexión: La transfusión de sangre

Un Destellito En Las Manos De Dios

transfusion de sangreHay historias que conmueven señala Destellito, y de manera especial cuando estas son protagonizadas por niños. En cierta oportunidad, cuenta Destellito, una niña llamada Liz enfermó gravemente, y después de muchos estudios, se comprobó que padecía del mismo mal que había tenido su hermano, y que se salvó de morir gracias a que su organismo había creado los anticuerpos. Su médico tratante informó a los padres que la única opción de sobrevida de la niña, era una transfusión de sangre desde su hermanito. Decidido, el doctor habló con el pequeño explicándole la situación, — ¿Estás dispuesto a ser donante de sangre en favor de Liz?, preguntó, y después de pensarlo brevemente, dijo, —Lo haré, dijo el niño, si ello salva a mi hermana, agregó.

Fue ubicado en una camilla al lado de Liz, y a medida que su sangre entraba al cuerpo de ella, observó que la cara de su hermana comenzaba a tener color. Allí fue cuando él palideció, y nervioso preguntó, —Veo que mi hermana se está mejorando, ¿es ahora cuando comenzaré a morir? .No había entendido lo que dijo el médico sobre la transfusión de sangre, el niño creyó que moriría para salvar a Liz, y aun así estuvo dispuesto a darla. Contada la historia, Destellito abrió su Biblia y leyó:

La Transfusión de Sangre 

Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Hebreos 9:13,14.

¡Qué importante es la Sangre de Jesús!

Tomamos de muy buena manera la sangre que le ofreció el niño a su hermanita Liz. El pequeño estaba seguro que la vida se le iría, y a pesar de ello estuvo dispuesto a salvarla. Jesús, por toda la humanidad, se ofreció absolutamente limpio y santo ante Dios Padre, habiendo derramado su preciosa sangre en la cruz, allá en el Gólgota. Un sacrificio perfecto. Que limpia las conciencias haciendo nacer de nuevo, oportunidad para servir a Dios. El derramamiento de la sangre de animales probó que, ritualmente, no era eficaz para que las personas nacieran de nuevo, porque sus conciencias seguían siendo inmundas, y Jesús ofreció la suya para que el hombre y la mujer tuvieran la oportunidad de ser limpios para siempre, de una sola vez, no como el rito en el tabernáculo o del templo, que debía el pueblo venir una y otra vez a purificarse. El Señor Jesús ocupó el lugar de todo hombre y de toda mujer, en la cruz, para salvación eterna.

Autor: Oscar Olivares Dondero

Escrito para: www.destellodesugloria.org

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