Una piedra de tropiezo en el matrimonio
UNA PIEDRA DE TROPIEZO EN EL MATRIMONIO
“MIENTRAS MÁS TE PAREZCAS A MÍ, MÁS TE AMO”
Cuando un hombre y una mujer toman la decisión de unir sus vidas delante de Dios, hay que tener en cuenta que la decisión tomada es irrevocable; es decir, para siempre, nada ni nadie debería separarlos excepto la muerte cuando Dios así lo determine.
También es importante ser conscientes del compromiso que conlleva esta sagrada unión, un compromiso que radica principalmente en el crecer juntos en el amor y la voluntad de nuestro Señor, dejando a un lado los intereses individuales y egoístas, y procurando cada día fortalecer el amor que se decidió compartir por el resto de sus días. Sin embargo, muchas personas que un día asumieron este compromiso ante los ojos de Dios, se han olvidado de su responsabilidad delante de Él y de su responsabilidad con su pareja. Algunas personas están convencidas de que se casaron para que su pareja las haga felices, creen que su compromiso se cumple sólo con el hecho de estar ahí, dispuesto(a) a recibir todo lo que su conyugue tiene para ofrecerle y ojalá todo acorde a sus intereses, creencias, necesidades y deseos.
Poco a poco una relación de este tipo se va mecanizando y el volverse uno solo deja de ser un mandato divino y pasa a ser una egoísta exigencia dada por una de las dos partes, ya sea directa o indirectamente “mientras más te parezcas a mí, más te amo” una forma de auto idolatría en la que la persona que asume esta posición considera que es perfecta; por lo tanto, cuando su pareja inicia su cambio para ser quien se le exige ser, entonces la felicidad eterna de la pareja queda garantizada y esto es obvio pues es difícil entrar en conflicto con el álter ego “el otro yo”, quien jamás te cuestiona o te sugiere otra forma diferente de hacer o de ver las cosas, anulando y frustrando de esta manera a su compañero(a) quien se sacrifica para sobrellevar una relación de uno solo(egoísta y egocéntrico); y lo peor, es que la mayoría de las veces es un círculo vicioso en el que entran a jugar las parejas incluso sin ser conscientes de ello, todo por la incapacidad de reconocer cuánto orgullo guardan en su corazón.
Hermanos(as) a este “ser uno solo” no se refería Jesús cuando dijo: ¿No han leído, replicó Jesús, que en el principio el Creador “los hizo hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”? Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Mateo 19:4-6 (Nueva Versión Internacional).
El volverse uno solo implica reciprocidad, dar y recibir mutuamente del amor que Dios ha colocado en cada uno, ser lo que Dios quiere que seamos y hacer de nuestro matrimonio lo que Dios quiere que hagamos; el ser uno solo, implica morir a nuestros propios deseos e intereses individuales para luchar en común acuerdo por lograr un interés matrimonial conforme la voluntad de Dios; ser uno solo, es entregarnos, perdonarnos, amarnos, darnos de manera mutua y por completo con el único propósito de agradar al Señor.
Si viviéramos nuestra relación de pareja pensando siempre en hacer lo que a Dios agrada, independientemente de nuestras egoístas y egocéntricas necesidades, con seguridad el índice de divorcio minimizaría y los matrimonios cumplirían con su responsabilidad delante del Señor, “amarse mutuamente y hacer crecer su amor en el amor de Dios”.
Nuestro compromiso como esposos y esposas no es parecernos a nuestro conyugue sino parecernos a Jesucristo, cuando somos y vivimos como Él, es más fácil hacer que el amor en nuestro matrimonio crezca y se fortalezca según el propósito divino de nuestro Padre Celestial. “Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Y además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente”. Eclesiastés 4:12 (Dios Habla Hoy), porque una pareja no es de dos, sino de tres: Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo), el esposo (cabeza del hogar) y la esposa (ayuda idónea).
Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo. 1 Corintios 13:4-5,7 (Dios Habla Hoy).
El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien. Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente. Romanos 12:9-10 (Nueva Versión Internacional).
¡Cuando en un matrimonio prevalece la voluntad de Dios por encima de nuestra egocéntrica voluntad, es fácil superar cualquier tipo de adversidad!
Autora: Marisela Ocampo Otálvaro
Escrito para www.destellodesugloria.org