¿Qué tienes en tu mano?

¿Qué tienes en tu mano?

¿Cuántas veces deseamos de todo corazón servir al Señor, pero nos sentimos “insolventes”, aparentemente sin recursos?. Si no tenemos un cargo ministerial específico, o si no hemos sido nombrados al frente de un ministerio en la iglesia, es como que bajamos los brazos y seguimos esperando hasta que surja “una vacancia”. En realidad, Dios nos dice en su Palabra: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer hazlo, según tus fuerzas…” (Eclesiastés 9:10a) ¡Este pasaje es bien claro al respecto!

Un predicador narraba su experiencia de lo que le ocurrió años atrás, cuando él, era apenas un joven con un puñado de sueños y un profundo anhelo por servir a Dios. Fue enviado a trabajar al monte, muy lejos de su hogar, de su entorno, y de su iglesia. Sus compañeros de labores, eran hombres recios, y cada vez que Juan (el predicador) les hablaba de Dios, se mofaban y hacían escarnio de él.

Un día Juan quedó sólo en la casa y empezó a orar, pidiéndole a Dios una estrategia. Sólo tenía una Biblia, pero estaba claro que debería haber otra manera de llegar a los corazones tan endurecidos de sus compañeros. De pronto le viene a la mente este pasaje: en el que Dios habla con Moisés y le pregunta“…qué es eso que tienes en tu mano” (Éxodo 4:2). Juan alzó la vista y vio delante de él, un limonero lleno de frutas maduras. Por supuesto no entendía la relación, hasta que Dios le reveló una estrategia.

Cada día, cuando los compañeros de Juan llegaran del monte cansados y sedientos, encontrarían una jarra con una deliciosa y fresca limonada ¡recién preparada! Algo tan sencillo como eso, hizo que aquel joven predicador se fuera ganando el afecto y el respeto de aquellos hombres tan rudos.

Un día amaneció con lluvia, y todos se quedaron en la casa. Juan comenzó a compartirles acerca de su fe. ¡Ese fue un gran día! Muchos aceptaron al Señor y se dejaron discipular por aquel jovencito que todo lo que le vino a su mano, para hacer, lo hizo con diligencia, dedicación y amor.

Mi amado hermano y hermana, no siempre nos espera un púlpito con micrófono para predicar, a veces sólo tenemos una máquina de coser, unas herramientas de carpintería, o un simple limonero, pero de seguro Dios ha puesto en tus manos y en las mías algo con lo que humildemente y de todo corazón le podamos servir.

Ahora pues, mira bien:

“¿Qué es eso que tienes en tu mano?”

Autora: Estela Schüsselin

Escrito para https://destellodesugloria.org/blog/

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