Sirviendo al Señor sin esperar nada a cambio

Tema: “Sirviendo al Señor sin esperar nada a cambio”

Texto: Colosenses 3: 23, 24

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”

El sistema del mundo te dice que todo lo bueno que haces tiene que ser premiado y aplaudido por todos, y el hecho de obtener reconocimientos terrenales hace de tu obra una obra perfecta o maravillosa.

Pero en el ámbito espiritual es TOTALMENTE lo contrario, tu haces todas las cosas buenas y a lo mejor nadie terrenalmente te lo premiara o quizás no obtendrás ninguna palabra de felicitación de nadie, pero eso no quiere decir que lo que haces no sea bueno ni digno de ser aplaudido, al contrario, tu Padre que ve la intención de tu corazón te ha de premiar con una corona incorruptible.

Y es que el servicio a Dios tiene que hacerse con sabiduría y cuando hablo de sabiduría hablo del hecho de entender que lo que hago lo hago para Dios y solo para El. Es decir que la intención de mi corazón debe ser directa al hecho de reconocer que lo que hago lo hago para El.

Digo esto porque hay muchos buenos servidores que al no ser reconocidos o al ni siquiera haber recibido un: “buen trabajo”, optan por dejar de hacer aquello para lo que fueron llamados.

Si yo te contara todas las veces que he hecho muchas cosas sin haber recibido un “gracias” te quedarías espantado. Pero personalmente eso a mi no me interesa, tampoco te voy a negar que en algún momento de la vida espere aunque sea un “lo hiciste bien”, lo que en muchísimas ocasiones no lo recibí cuando quizá lo esperaba. Pero eso era motivo para mí de reconocer que no lo hago para el hombre, sino que para Dios.

Durante mas de once años le he dedicado mi vida al Señor y a servirle en todas las áreas que puedas pensar y en las que también no vienen a tu mente, he hecho de todo lo que un servidor de una Congregación puede hacer y en cada una de las etapas de mi vida cristiana y de mi servicio a Dios siempre reconocí que lo que hago lo hago por amor a Dios, sino no tuviera sentido mi servicio.

Hubieron momentos en donde espere una felicitación y nunca llego, hubieron otros momentos en los que espere que otros me apoyaran y tampoco recibí su apoyo, pero eso no fue obstáculo para seguir adelante en lo que Dios había puesto en mi corazón.

Por esa razón te motivo a que sigas haciendo lo que Dios te mando a hacer, no importa que si nadie te reconoce tu trabajo, no importa si nadie cree en ti, no importa que te den la espalda, tu sigue haciendo lo que Dios te mando a hacer, porque el que te llamo, te va a RESPALDAR eso te lo aseguro, tarde o temprano la gente reconocerá que tu llamado no era humano, sino DIVINO.

Ante esto, ¿Qué clase de servidor eres tu?, ¿De los que se desinflan por no recibir comentarios positivos?, ó ¿De los que sin recibir un tan solo comentario positivo siguen haciendo la obra que Dios les encomendó?

Amados, habrá momentos en los que lejos de recibir una felicitación, recibirás críticas, pero eso JAMÁS tiene que ser motivo de desistir en la obra que Dios te ha mandado a hacer. Si Dios te eligió para eso, entonces no tienes que dudar de tu llamado, al contrario, el hecho de no recibir felicitaciones por lo que haces te sea motivo para que cada día mejores en tu servicio al Señor.

Queridos servidores, trabajen cada día lo mejor que puedan, hagan todo para la Gloria de Dios y jamás se olviden de donde provienen los talentos, si haces esto te aseguro que tu servicio prosperara de una manera sobrenatural, al mejor Estilo de Dios.

Quizá nunca nadie te vaya a felicitar por lo que haces, quizá tu pastor o líder espiritual nunca pondrá atención al esfuerzo que realizas, quizá hasta tus mismos amigos no reconocerán todo lo que haces por amor al Señor, pero de una cosa tienes que estar seguro y esto es:

DIOS TE OBSERVA Y VE EN TI EL ESFUERZO Y LA DISPOSICIÓN QUE HAY EN TU CORAZÓN, POR ESO CADA DÍA FORJA LA CORONA MAS LINDA QUE TE PUEDES IMAGINAR ESPECIALMENTE PARA TI.

Autor: Enrique Monterroza

Escrito para www.devocionaldiario.com

COMPARTE


Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook: