Reflexión – Las Propiedades del Limón

Las Propiedades del Limón

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Hace ya algún tiempo me ocurrió un incidente que marcó mi vida y me enseñó. Reflexionando sobre tantas situaciones que nos acontecen en nuestro diario vivir y también de cómo nos quejamos de algunas de esas cosas que nos pasan estuve pensando en el limón. Todos sabemos que el limón es agrio y el árbol de donde hay que tomarlo es espinoso.

A modo de terapia decidí cortar unos limones, exprimirlos y hacer con ellos con una sabrosa limonada. Ciertamente el limón es una fruta cítrica a primera instancia, de hecho, puede caer fuerte al estómago. Sin embargo cuando se le añade un poquito de agua y azúcar tenemos una limonada. Si por ejemplo, le agregamos al limón, miel y sábila, esa fusión adquiere una propiedad curativa.

¡Cuántas ensaladas saben mejor con el toque del limón! La ensalada adquiere más frescura y sabor. A ciertas comidas, postres y bebidas le agregamos ese limón que al principio parecía no servirnos de mucho y su utilidad resulta en algo sabroso, nutritivo y mejor de lo que pensábamos o esperábamos. ¡Cuántos perfumes, lociones o gel de baño se vuelven sus fragancias más exquisitas porque tienen un toque del agradable limoncito! En nuestras casas muchas veces desinfectamos y limpiamos con fragancias con esencia de limón.

A lo que quiero llegar cuando hablo sobre las propiedades del limón, no es a que sea una fanática de esta fruta. Sino que más bien al limón lo podemos comparar con esas cosas que nos pasan en nuestras vidas que a primera instancia nos parecen tristes, agobiantes, amargas o decepcionantes. En la vida, con gran frecuencia recibimos muchos limones simbólicos. Llegan enfermedades, problemas, situaciones, cosas que pretenden agriar nuestra existencia. De momento fruncimos el ceño o hacemos una mueca al probar el limón que la vida nos da a probar. Pero no todo está perdido, siempre hay una esperanza que puede resurgir dentro de nuestro interior. Siempre hay algo que se puede hacer y tiene mucho que ver con la actitud que decidimos asumir. Porque si a esos problemas o angustias le agregamos un toque de fe y esperanza, una dosis de positivismo, una inyección de amor y paciencia; ese limón puede convertirse en algo sabroso, o al menos aceptable. Podemos transformar esa sustancia en algo a lo que podamos sacarle provecho. Eso que sentimos que nos hace débiles y vulnerables, posiblemente se convierte en lo que nos da fuerza, razón o nos hace reafirmarnos en las cosas que queremos lograr. El limón en el árbol o tirado en el piso sencillamente no puede hacer nada es inmóvil, no le es posible cambiar nada por cuánto no tiene vida. Pero nosotros si podemos cambiar al limón. Nosotros podemos transformar muchas de las situaciones adversas que nos acontecen. Podemos dejar de culparnos, podemos aprender a aceptarnos y dejar de pelearnos con nosotros mismos por no ser de la manera que otros pretenden que seamos.

Si endulzamos nuestras palabras y amargura con la miel de la alegría veremos que no todo es tan malo como al principio nos parecía. Nosotros estamos entonces aprovechando algo que parecía negativo y tornándolo en algo productivo. Entonces nosotros hemos cambiado y aprovechamos sus cualidades y usos. Podemos transformar esas cosas que a veces nos agobian en algo que nos adiestre y nos enseñe a ser mejores seres humanos y personas. Entonces de nosotros es posible que se expida una esencia fresca, dulce, fragante y sutil que perfume nuestras vidas y la de los que están alrededor nuestro. Así que la próxima vez que veas un limón piensa en lo útil que puede llegar a ser y en todo lo que puedes lograr si lo transformas.

Autora: Brendaliz Avilés

Aporte para: www.devocionaldiario.com

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