Oír sin escuchar, es como quien ve llover y no se moja

Oír sin escuchar, es como quien ve llover y no se moja 

oir sin escucharEl presidente Franklin Roosevelt sospechaba que en las recepciones oficiales no escuchaban lo que él decía al saludarlos. Un día decidió hacer un experimento en la recepción oficial, un día al saludar a la familia de embajadores y diplomáticos les dijo: “Hoy maté a mi suegra”. Los invitados contestaban: “Oh, maravilloso, siga adelante con su buena labor”, “Estamos muy orgullosos de usted”, “Que Dios lo bendiga y proteja”. Casi al terminar la fila, le tocó saludar a un embajador, a quien le dijo lo mismo: “Hoy maté a mi suegra”. El hombre, muy diplomáticamente, le contestó: “Estoy seguro que se lo merecía”.

Esta simpática anécdota, ilustra muy bien a aquellas personas que fingen escucharnos cuando les hablamos, pero en realidad están pensando en otra cosa. Probablemente también nosotros se los hemos hecho a tantas personas, porque estamos distraídos, o muy cansados, o sencillamente porque no tenemos ganas de prestarles atención.

Dice en el libro de Marcos 4.24: “Mirad lo que oís, porque con la medida con que medís, os será medido, y aún se os añadirá a vosotros lo que oís”. 

¿Cómo se puede mirar lo que oímos? Se refiere a que, cuando oímos correctamente, podremos medir los frutos, y de acuerdo al fruto, sabremos si oímos bien o mal.

El que no escucha bien puede terminar enfermándose

¿Recuerdan la historia de Naamán, ese general del ejército sirio que era leproso y que fue a buscar al profeta Eliseo para que lo sanara? Él había llevado mucho dinero para recompensar al profeta, pero Eliseo no lo quiso aceptar. Pero su criado Giezi, aun habiendo oído lo que su señor había hecho, no le prestó atención, e intentó negociar por su cuenta con el general, usó de la mentira para ello y obtuvo algo material a cambio.

Desobedeció a Eliseo que era su mentor y lamentablemente por eso fue castigado con lepra.

Tenemos que dejarnos corregir. Naamán era un contacto para algo más grande que la plata, es como si Eliseo le hubiera dicho: “la deuda la vamos a dejar abierta y ya la voy a pasar a cobrar en cualquier momento” (ya que entre Israel y Siria siempre había problemas; saldar esa deuda sería obtener la paz con Israel.)

La tendencia que tenemos, es buscar en la gente las respuestas, pero el Espíritu Santo nos enseñará todas las cosas, está bien escuchar a personas espirituales para que nos den un consejo, pero tenemos que aprender a escuchar la voz de Dios “Pues Dios no da el Espíritu por medida”, todos nosotros los creyentes tenemos la capacidad de discernir la voluntad de Dios para nuestras vidas, siempre y cuando ESCUCHEMOS BIEN.

Cuando escuchas y pones atención se te aumentan las ganancias

“Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que pablo decía”. 

Lidia era una vendedora prestigiosa,  comerciante de tintes. En su condición de empresaria que viajaba continuamente para atender sus negocios, Lidiacontaba con una tupida trama de relaciones. Era económicamente independiente, cuando se convirtió al Cristianismo, toda su familia se bautizó con ella. Aquel día Lidia “aumentó sus ganancias”; pues ahora se había convertido en una gran empresaria del reino de Dios.

Lo primero que hizo fue abrir las puertas de su casa para recibir a Pablo y sus discípulos, o sea, ABRIO LA PUERTA A LA MULTIPLICACIÓN. Si la Palabra que escuchamos, la medimos al ciento por ciento y la aplicamos en la misma medida, añadirá a nuestra vida el ciento por ciento de fruto.

No esperes a “caerte del caballo” para escuchar a Dios

En la vorágine de la vida, “no hay tiempo para escuchar la voz del Señor”, como le pasó al apóstol Pablo, cuando todavía era Saulo; que iba como loco persiguiendo a los cristianos pensando que estaba haciendo la voluntad de Dios.

 Y AHÍ FUE CUANDO POR PRIMERA VEZ ESCUCHÓ AL SEÑOR Y DIJO: “SEÑOR ¿QUÉ QUIERES QUE YO HAGA”?

Saulo quedó ciego, y Jesús le dijo: “¿por qué me persigues?”.

 “Satanás, puso una frazada a la gente para que no les resplandezca la luz de Cristo”.

 Hablando del velo; tenemos que orar para que el velo se les caiga, para que la gente conozca a Cristo, el espíritu dormido tiene que despertar; La fe no es cambiar de religión, es cambiar de vida, por esto tienes que aprender a escuchar bien.

 “la fe viene por el oír y el oír la Palabra de Dios” o sea escuchar con un corazón y mente abiertos.

Para construir una casa necesitamos aprender cada día. El peor día y la peor frase: es decir “ya lo sé”. El espíritu de aprendizaje te va a llevar a otro nivel. Aprender escuchando con atención a gente que ya venció lo que para ti todavía es una prueba, aprender de los eventos diarios que cada uno vivimos.Hay que agarrar “la pala” y trabajar hasta encontrar la piedra; Esto significa que tienes que buscar en las promesas de Dios. Él va a estar contigo todos los días; estás parado sobre la Palabra Verdadera y eterna del Dios de tu vida ¡Tú eres quien  marcas tu nombre en sus promesas!

Autora: Silvia Truffa

Escrito para www.destellodesugloria.org 

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