Meditación Cristiana – Ajos y cebollas, mana, o leche y miel

Ajos y cebollas, mana, o leche y miel

ajos-y-cebollasAjos y cebollas era nuestro alimento cuando estábamos bajo el yugo de Faraón (el enemigo), ajos y cebollas era todo lo que conocíamos…y nos sabían tan bien. Vanidad, poder, apariencias y libertinaje eran nuestro alimento. Con los ajos y cebollas llenábamos nuestras entrañas, pero jamás nos saciábamos. Y vivir una vida solamente por vivir, no vale la pena vivirla. Si nuestra alma no se sacia de bien, es mejor no haber nacido.

“Aunque el hombre engendre cien hijos, viva muchos años y los días de su edad sean numerosos, si su alma no se sació del bien, y además careció de sepultura, digo que más vale un abortivo.” Eclesiastés 6-3

Comíamos una olla de ajos y cebollas cada semana. Esperando los viernes para alimentar nuestra vanidad. Gastando todo nuestro dinero en lo que no sacia. Volviendo abatidos todos los lunes a llevar nuestro yugo de esclavitud. Trabajando como esclavos haciendo ladrillos para Faraón. Era un gran pesar volver todos los lunes a nuestros trabajos, sabiendo que todo nuestro sueldo iba a ser gastado en ajos y cebollas (alcohol, drogas, una camisa equivalente a una semana de trabajo, un vestido más para poder aparentar, un pequeño abono a esa tarjeta que se volvió impagable)

Pero por amor Dios nos liberó y nos sacó de Egipto. Y durante la primera etapa de nuestro Cristianismo, Él mismo nos sustentó con mana. Palabra digerida que recibimos de aquellos por los cuales recibimos el evangelio, mediante consejo eficaz que recibimos de nuestros líderes en todo momento, por versículos que Dios por medio de su espíritu nos revelaba para aferrarnos a su vida y por medio del alimento que recibimos sin falta cada domingo en nuestras congregaciones.

Pero hoy es diferente hermano. Tú ya no eres ese que comía ajos y cebollas, tampoco eres ese que para poder avanzar necesita el mana como sustento y una nube que lo guié. Ha llegado el tiempo que tomes posesión de la tierra prometida, y arrebates la leche y miel.

Fuiste llamado a vivir una vida de reino, y comer leche y miel en abundancia. Cuando escudriñamos la palabra de Dios de todo corazón, a Él no le queda más remedio que darnos de la dulzura de la palabra mediante revelación.

“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. ” Salmos 119:103

El Señor nos liberó de Egipto y nos trajo a la tierra que fluye leche y miel para que vivamos una vida, no menor a una vida de reino. Querido hermano si últimamente has estado buscando a Dios en tus antiguas cebollas y ajos o en el mana que te sustentó cuando eras un bebe, entonces no preguntes por qué no te sacias ni escuchas la voz de Dios.

Has sido llamado a tener las delicias y manjares de tu Dios, pero si aún llevas tatuado en tu corazón las grandes ollas de ajos y cebollas, Dios no podrá obrar y darte lo mejor. Si te quedaste acostumbrado a la comodidad de recibir mana y tienes miedo a enfrentar a los gigantes (retos, duda, inseguridades, pecado, ataduras etc.) que resguardan la tierra prometida, jamás podrás saborear la leche y miel.

Hoy es tiempo hermano de hacer uso de esa autoridad que ha sido depositada en ti y conquistar la tierra prometida. Leche y miel te están esperando detrás de eso que temes, hoy es tiempo de volver a creer y conquistar la tierra prometida.

Enfrenta de una vez por todas eso que temes, y has de tu sustento diario nada menos que leche y miel.

Autor: Richy Esparza

Sitios: devocionalesderichy.com y cristodavida.com

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