Las Bienaventuranzas – El Sermón del Monte
EL SERMÓN DEL MONTE
LAS BIENAVENTURANZAS
Lectura: Mateo 5:1-12
Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.
El sermón del monte es una predicación hermosa que Jesucristo pronunció, se cree, sobre el monte ahora conocido como Monte de las bienaventuranzas. En esta preciosa predicación, Jesús nos dejó fundamentos sólidos para construir nuestra vida y para cambiar nuestra perspectiva de ella. Quiero, con esta serie de devocionales, llamar la atención de cada uno de ustedes a la importancia que tiene la aplicación de esta hermosa predicación para nuestra vida diaria, predicación que tiene tanta vigencia hoy como la tuvo cuando fue enseñada por primera vez:
Las bienaventuranzas
El sermón comienza con el pasaje de las bienaventuranzas. En este pasaje Jesús nos enseña una serie de actitudes que serán recompensadas en su Reino. Podemos encontrar un contraste profundo entre sufrimiento y recompensa que nos lleva a replantear la forma cómo vemos la vida y nos invita a vivirla de una forma completamente diferente.
Podemos, entonces, encontrar también un contraste más entre la forma cómo vemos la vida nosotros y la forma cómo la ve Dios. Todos pensamos que llorar es para cobardes, queremos ser ricos, poderosos y pensamos que hay que ser alguien “importante” en la vida; Sin embargo, Jesús aquí nos enseña que hay grandeza en reconocer nuestra necesidad de Dios, en llorar por quienes lloran y en ser humildes.
Este es el espíritu mismo del evangelio relatado en tan solo 12 versículos que deberían ser parte de nuestra reflexión diaria. Jesús nos enseña que hay recompensas enormes si decidimos vivir la vida a la manera de Dios y no a la nuestra.
A continuación, mencionaré las bienaventuranzas con su respectiva recompensa y una pequeña descripción:
1. El Reino de los cielos es de los pobres en espíritu: Jesús promete que su Reino pertenece a aquellos que, humildemente, reconocen cuánto necesitan a Dios en sus vidas. Que saben que nada son, nada tienen y nada pueden hacer sin Dios. La pobreza espiritual se refiere a reconocer que no sabemos cómo vivir nuestra vida y necesitamos a Dios para aprenderlo y para vivirla con significado verdadero. Aquí podemos retomar la imagen de los niños que Jesús enseñó en otro pasaje. Los niños son humildes y se dejan llevar por sus padres en su vida diaria, confiando en que los llevarán por buen camino; de igual manera, debemos ser nosotros con Dios.
2. Los que lloran serán consolados: Muchos sufren en este mundo y Dios promete que recibirán su consuelo. Pero no solo ellos, sino aquellos que lloran y se compadecen por ellos. ¿Cuántas veces te has compadecido por alguien que sufre necesidad? Si lloras por quienes lloran entonces tendrás recompensa en los cielos.
3. Los mansos recibirán la tierra por heredad: Ser humilde trae una recompensa enorme de parte de Dios en su Reino. En un mundo donde todos quieren ser primeros, Dios nos llama a ser siervos de los demás; en un mundo donde todos quieren devolver mal por mal, Dios nos enseña a hacer bien a quienes nos hace mal; en un mundo donde todos quieren ser más que los demás, Dios nos enseña a buscar su presencia con humildad y vivir para servir al prójimo.
4. Los que anhelan justicia serán saciados: Hay grandes noticias para ti, si en tu corazón hay un anhelo de ver justicia en el mundo. Vivimos en un mundo con desigualdad social, pobreza, miseria, dolor, sufrimiento, violencia, destrucción, guerra y muerte. Si tu corazón siente dolor al ver esta situación entonces debes sentirte feliz porque llegará el día en que Dios le pondrá fin.
5. Los misericordiosos recibirán misericordia: Si te acuerdas del pobre y del necesitado, si apoyas económicamente a quien padece necesidad, si eres hospitalario, si no cierras tu corazón a los huérfanos, a los ancianos, a las viudas; si tu corazón es generoso, si te compadeces de quien se ha equivocado y no lo juzgas, sino que abres tu corazón para restaurarlo; entonces tienes galardón en los cielos. La misericordia que diste te será devuelta.
6. Los de limpio corazón verán a Dios: Aquellos que buscan vivir una vida limpia para Dios, que quieren vivir una vida en santidad y obediencia a sus mandamientos, que limpian su corazón diariamente con su Palabra para aprender a conocerlo más y para reconocer los propios errores y mejorarlos tendrán el privilegio de ver a Dios. Ni siquiera Moisés pudo ver a Dios y está escrito que nadie puede verlo, por lo menos, no en este tiempo. Cuando sea el tiempo de Dios, en su Reino, podremos hacerlo, siempre y cuando vivamos buscando la santidad.
7. Los pacificadores serán nombrados hijos de Dios: Vivimos en una sociedad irascible y apresurada donde todos hablan mal del otro, murmuran y reaccionan impulsivamente a los malos tratos recibidos. Esto lo vemos en todo nivel, en las familias, en los trabajos, en la sociedad, entre las mismas naciones. En esta sociedad Dios nos llama a buscar la paz con todos y a buscar que todos estén en paz.
8. Los que son perseguidos por la justicia recibirán el Reino: Aquellos que son acusados por sus familias por recibir el evangelio de Jesucristo, que son objeto de burla de sus compañeros de trabajo o estudio, que son perseguidos por la sociedad, violentamente o no, por causa de Jesús recibirán el Reino de los cielos.
9. Los que son vituperados y perseguidos tendrán grande premio: A los profetas de Dios en tiempos del antiguo testamento los perseguían por predicar la verdad. De la misma forma, si somos perseguidos, si inventan chismes de nosotros o si somos objeto de burla, rechazo e incluso violencia por causa de Jesús; debemos alegrarnos porque hay grande recompensa para nosotros.
QUE DIOS TE BENDIGA
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará”
Salmo 1:1-3
Autor: Juan Felipe Caro Valencia
Escrito para www.destellodesugloria.org