¡Dios se alegra de que hayas vuelto!
¡Dios se alegra de que hayas vuelto!
Es muy triste ver que una ovejita del rebaño del Señor se ha dejado llevar por la concupiscencia de su corazón y ha preferido obedecer su carnalidad en lugar de obedecer al Espíritu. Podemos ver como el pecado hace de las suyas en estas personas; el pecado aprovecha la oportunidad para exaltar la debilidad que tienen y en bandeja de plata les empieza a mostrar toda serie de posibilidades para que puedan satisfacer sus placeres e instintos pecaminosos, él ha notado que estas ovejitas están cada vez más y más alejada de Dios, ya no oran como antes, no leen la palabra de Dios como antes, no alaban a Dios como antes y no lo buscan como antes, etc., y el mundo y sus placeres poco a poco van tomando lugar en sus vidas, haciendo que dejen las cosas de Dios a un lado, en un segundo plano hasta que desaparecen de su lista de prioridades.
El pecado primero les conquista, es como si les diera un cheque en blanco pero lo que ignoran estas ovejitas es que después empezará a pasarles las facturas de cobro. Una vez están enganchadas, revolcadas en el lodo de su maldad, Satanás el acusador aparece para atormentarles y hacer uso del derecho que ellas a través del pecado le han otorgado. No me alcanzo a imaginar el estado tan deprimente que llegan a experimentar estas personas, con solo verles puedo denotar tanta tristeza, tanto dolor y tanto sufrimiento en ellas que es imposible no sentir compasión. Sí, es cierto, la paga del pecado es la muerte; sin embargo, cómo juzgar, cómo condenar, cómo despreciar, cómo abandonar a una persona en este estado, ¿acaso un buen pastor no dejaría al resto de sus ovejas por ir a buscar y rescatar a la que se perdió? Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido”. Lucas 15:4-6 (Nueva Biblia al Día). Cómo no esperar el regreso de aquel que una vez decidió irse de casa en donde todo lo tenía y nada le hacía falta; sí, se fue, llevado por su terquedad y su necedad, pero al verle en el estado en el que se encuentra no podríamos como hijos de Dios negarle la oportunidad de hacerle saber que Dios le sigue esperando en casa, con los brazos abiertos; que así como aquel padre esperó pacientemente a su hijo prodigo, así mismo, Él, nuestro Padre, espera pacientemente su arrepentimiento y su regreso.
Estoy segura de que muchas personas están pasando por esta situación y quizá en este momento se pueden sentir muy avergonzados delante de Dios por haberle desobedecido, por haberse dejado llevar por la tentación. “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo”. Lucas 15:21 (NBD). Amigo(a) déjame decirte algo. “Dios te está esperando, sí, le fallaste, pero sabes, ni tú ni yo somos justos delante de Él, yo no soy mejor que tú, tú tienes en este momento la misma oportunidad que he tenido yo de ser justificada por medio de Jesucristo mi Señor y Salvador. Cuando tú de todo corazón decides arrepentirte de tus pecados y buscar la misericordia y el perdón en Cristo Jesús, Dios no te mirará a ti, Dios no mirará tus pecados, si así fuera mi amigo(a) ninguno podría ser salvo, inmediatamente seríamos consumidos por la ira de Dios. Sin embargo, cuando tú pones tu fe y tu confianza en Jesucristo por la gracia que Él te otorga, cuando vas ante el tribunal santo de Dios, Él mirará a quien te ha justificado, a quien te ha limpiado, perdonado y lavado y no te despreciará porque la gracia de Jesucristo te ha envuelto y tu pecado ha sido borrado por su amor inagotable. Dios mirará a Jesús en lugar de mirarte a ti y al ver su santidad, su pureza y su amor por ti, no te condenará.
Entiendo que sientes mucho dolor y mucha vergüenza, pero gloria a Dios por eso; si así no fuera, no podrías saber si verdaderamente estás arrepentido(a). Vuélvete a Dios, pídele perdón por tus pecados, humíllate delante de Él y pídele que te devuelva el gozo de su salvación, que vivifique tu espíritu y te dé un corazón limpio, uno nuevo conforme al de Jesucristo. Sigue adelante, aférrate a su bendita palabra, a sus divinas promesas; no te dejes llevar por las voces de condenación que hoy estás escuchando, recibe el perdón de Dios en Cristo Jesús y dedícate a vivir según su perfecta voluntad. Vuelve a las sendas de Cristo y sigue tu camino en Él, Él no solo te limpiará sino que también te sanará, te ayudará y te dará nuevas fuerzas para proseguir según sus propósitos”.
Dios se alegra de que hayas recapacitado, de que te hayas arrepentido y estés de regreso en su casa, de donde no quiere que te vayas jamás. ¡Alégrate! ¡Dios se alegra de que hayas vuelto! Disfruta su presencia, su paz y su amor.
“Hagamos fiesta y alegrémonos, porque este hermano mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado”.
(Lucas 15:32)
“Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente”.
Lucas 15:10 (NBD)
Por: Marisela Ocampo O.
Escrito para www.destellodesugloria.org