La tristeza que Dios quiere
La tristeza que Dios quiere
Texto bíblico: 2 corintios 7: 5-16
Si bien es cierto como seres humanos somos susceptibles, unos más que otros, pero todos tenemos sentimientos y nos hemos entristecido muchas veces en nuestra vida. Hay momentos en que somos tan débiles que hasta un suspiro nos afecta, entristeciendo nuestro corazón y cuanto más, cuando se trata de palabras que nos destrozan por dentro, y qué decir de los actos que nos hieren; toda esa tristeza proviene del mundo.
Los motivos para que estemos tristes abundan en esta tierra, pero eso no es lo que Dios quiere, porque su hijo Jesús no murió en un madero para que vivamos en aflicción. Pero estar tristes o no, de nosotros depende, porque a veces decidimos que cosas nos pueden afectar y permitimos que esa tristeza se anide en nuestro corazón.
Nos afectamos por todo, cualquier cosa nos desanima, y muchas de las razones de esa tristeza es por causa de las decisiones mal tomadas, o puede que sean pruebas que Dios coloca en nuestro camino. Pero siempre nos es más fácil creerle al mundo que a Dios. Las situaciones difíciles no vienen por que Dios quiera vernos llorar y lamentarnos todo el tiempo, sino para que le adoremos y busquemos más de Él.
Hay un solo tipo de tristeza que Dios quiere que pasemos y es momentánea se llama La tristeza del arrepentimiento.
¨No lamento haberles enviado esa carta tan severa, aunque al principio sí me lamenté porque sé que les causó dolor durante un tiempo. Ahora me alegro de haberla enviado, no porque los haya lastimado, sino porque el dolor hizo que se arrepintieran y cambiaran su conducta. Fue la clase de tristeza que Dios quiere que su pueblo tenga, de modo que no les hicimos daño de ninguna manera.¨ 2 corintios 7:8-9 (Nueva Traducción Viviente).
Aquí está hablando el apóstol Pablo, haciendo referencia a una carta enviada a la iglesia, en la cual la exhortaba para que esta se arrepintiera.
Notamos varias cosas: primero es que como hijos de Dios cuando se trata de exhortar ahí que hacerlo, si no se está agradando a Dios, por muy difícil y duro que parezca, hay que corregir, aunque a la otra persona le duela y le cause tristeza, porque a la larga le haremos un bien.
Lo segundo es el resultado, que produjo esa carta y fue el arrepentimiento, y es que cuando reconocemos y aceptamos que estamos fallando, nuestro corazón se entristece porque, estamos lastimando a Dios, porque hemos tirado por la borda todas las cosas que él ha hecho por nosotros; porque duele hacer sufrir a la persona que nos ha amado tanto.
Pero esa tristeza se va, una vez que confesamos nuestros pecados y nos arrepentimos de corazón, el nos traerá esa paz, nos perdonará, ocasionando un gozo; siempre y cuando dejemos de caer en el mismo pecado, reconciliándonos con Dios y renunciando a las cosas del mundo.
Por su parte la tristeza que viene del mundo es aquella que oprime nuestro corazón, pues este se encuentra lejos de Dios, la cual nos lleva a la depresión, a tomar decisiones que nos trae consecuencias aun mas graves, esa tristeza es la causada por poner los ojos en cualquier persona, situación o cosa y menos en Dios. Esa tristeza nos seca y es la que Satanás quiere que tengamos, y dice la palabra que trae muerte espiritual a nuestra vida.
¨Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No hay que lamentarse por esa clase de tristeza; pero la tristeza del mundo, al cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual. ¡Tan sólo miren lo que produjo en ustedes esa tristeza que proviene de Dios! Tal fervor, tal ansiedad por limpiar su nombre, tal indignación, tal preocupación, tal deseo de verme, tal celo y tal disposición para castigar lo malo. Ustedes demostraron haber hecho todo lo necesario para corregir la situación. ¨ 2 corintios 7: 10-11 (Nueva Traducción Viviente).
Autora: Jessica Terán
Escrito para: www.destellodesugloria.org