¿Y si nadie lo supiera?

¿Y si nadie lo supiera?

Hace pocos día conversábamos con una amiga muy cercana acerca de aquellas cosas que se espera que uno como cristiano haga o cumpla, aquellos “requisitos” implícitos desde el momento en que cada uno de nosotros se asume como hijo de Dios. Dentro de nuestra discusión, comentábamos lo importante que era el ser capaces de formar generaciones – y a nuestros propios hijos cuando los tengamos- en una óptica que no aludiera a la prohibición y el castigo, sino que a la convicción y voluntad. Qué importante es que cada uno de nosotros cuando tome una decisión o haga algún movimiento, lo haga por la voluntad de hacerlo, porque lo escogió así y no porque lo sintió como una obligación o como algo deseable socialmente o dentro de su círculo cristiano.

Si hay algo en que ha fallado la religión es en el hecho de decidir por las personas poniendo sobre ellos una serie de requisitos, exigencias y demandas que ningún ser humano de carne y hueso será capaz de cumplir NUNCA JAMÁS EN LA VIDA. Esta idea la tenía muy clara Dios al momento de enviar a  Su hijo a morir en la cruz, sabía que NADIE podría cumplir con la ley y por eso fue necesario derramar una gracia EXAGERADA para que tú y yo pudiésemos vivir en libertad. Sin embargo, la religión ha invadido cada espacio de nuestra vida y nos ha contagiado de algunos vicios que son difíciles de dejar.

Uno de estos vicios es el prohibir. La propia Palabra de Dios dice que todo me es permitido, pero que no todo me conviene, o sea, me da el espacio para que yo pueda decidir. Y creo que eso es en algo en que fallamos cuando formamos, discipulamos, o como le quieras llamar: prohibimos pero no educamos LA VOLUNTAD.  Es a través de la educación de la voluntad que podemos lograr que los jóvenes lleguen vírgenes al matrimonio, que no quieran robar, que no quieran probar las drogas, que no quieran dedicarse al ocultismo, etc. Cuando prohibimos no logramos nada, lo único que ponemos es trampas para que caigan las personas, y cuando caen, les resaltamos la caída. Poco hacemos por educar la voluntad, porque cada persona, sea niñ@, joven o adulto, sea capaz de DECIDIR porque está SEGUR@ que eso que está decidiendo es lo que QUIERE hacer y no lo que TIENE que hacer. Si fuésemos capaces de huir del pecado porque QUEREMOS y no porque TENEMOS, vamos haber ganado la batalla final, vamos haberle ganado a la religión y estaremos experimentando la libertad que Cristo nos da. Y no sólo la libertad que Cristo nos da para elegir, sino que para amar la vida que nos propone y en lealtad a ese amor, hacer aquello que nos bendice y acerca a Sus propósitos.

Junto a mi amiga comentábamos cómo podríamos aportar en la formación de una generación que escoja hacer el bien porque quiere y no porque debe y llegábamos a la conclusión de que cada vez que tomáramos una decisión nos preguntáramos ¿qué haría si nadie lo supiera? Si cuando respondo esta pregunta me doy cuenta que es distinto a lo que realmente voy a hacer o hice, debo examinar mis motivos, examinar mis razones, examinar mi corazón.

Hoy día te pregunto directamente a ti que tienes que tomar decisiones todos los días de tu vida: ¿Y si nadie lo supiera? ¿Qué decidirías? El poder está en ti y en mí para EDUCAR tu voluntad y FORTALECER tus “QUIERO”.

Autora: Poly Toro

Escrito para www.destellodesugloria.org

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