Conserva tus recuerdos
Conserva tus recuerdos
Hay algo maravilloso en el libro de salmos y es que cuando los leo encuentro una mezcla tan extraña que me hace sentir bien. Por una parte, el salmista agradece y exalta a Dios con palabras y frases extraordinarias. Cuando las lees, piensas que jamás serás capaz de escribir algo similar y, yo al menos, me emociono hasta las lágrimas. Sin embargo, por otro lado también existen salmos cargados de mucho dolor, desesperación e incertidumbre ¿Cómo se explica entonces que el mismo hombre haya escrito ambos tipos de textos? ¿David habrá tenido bipolaridad y de un estado de euforia pasaba a un estado de depresión profunda? No, David no era bipolar, David era de carne y hueso como tú y como yo. Tenía días “buenos” y tenía días “malos”, tal como tú o yo.
¿Ahora entiendes porqué decía que me sentía bien cuando leía Salmos? Precisamente la “humanidad” de David me conecta con él, me hace entender que para él la vida era como la mía y que en lo momentos más alegres acudía a Dios con tanta intensidad como cuando venían los tiempos difíciles.
No sé si te pasa, pero hay días en que sientes que el amor de Dios te sale hasta por los ojos; es una sensación de sentir que estás en el lugar y momento preciso, que al fin estás disfrutando de uno de los momentos más felices de tu vida y que todo es gracias al inmenso amor de Papá. Y la sensación no es sólo eso, es una realidad que se hace vida cada vez que la celebro y comparto con otros. Estos días así, de tanta felicidad y gozo abundante son los días que sostienen tus momentos de soledad o tristeza.
Mucho se habla de olvidar el pasado y dejar atrás tu última victoria para que no sea un obstáculo para lo que se viene, pero yo no estoy totalmente de acuerdo. Creo que Dios nos dotó de una extraordinaria capacidad para recordar (aunque a veces nos gustaría escoger nuestros recuerdos, pero eso ya es otra cosa) y si somos capaces de evocar los momentos más especiales y felices que hemos tenido, esos pueden ser nuestros motores para salir adelante en el día difícil; ese recuerdo te lleva a otro lugar, al lugar donde todo es posible, al lugar donde puedes lograr lo que te propongas, pero lo mejor de todo: al lugar donde algún día fuiste inmensamente feliz.
Si pudieras seleccionar tus recuerdos en este momento ¿Cuáles permanecerían? ¿Qué cosas te han hecho inmensamente feliz y dibujan en tu rostro una sonrisa? Tal vez sea un logro, tal vez sea una persona o una cita muy especial que tuviste…puede ser que la persona ya no esté a tu lado, pero en algún momento contribuyó a que fueses feliz. Más que con el recuerdo, quedémonos con lo que sentimos en ese momento y traigamos de vuelta la felicidad, la gratitud, la sorpresa, el amor, la benignidad ¡lo que sea! Invítalos a pasar, deja que entren y ocupen tu mente, estos recuerdos te ayudarán a recordar que no siempre estuviste triste, que no siempre sentiste desamor, que no siempre sentiste decepción…
Si hoy tuvieras que escoger un solo recuerdo para que sostenga tu vida
¿Cuál sería?
¡Atrápalo y no dejes que se vaya!
Autora: Poly Toro
Escrito para www.destellodesugloria.org