Sé honest@ con Dios

Sé honest@ con Dios

Hace un tiempo atrás escuchaba la conferencia que un joven predicador daba a un grupo de personas en EEUU, dentro de las muchas cosas que dijo, mencionó una que quedó muy grabada en mi memoria.

Contaba la historia de un joven que había intentado suicidarse, la familia estaba consternada porque nunca notó que algo le ocurría. Sus hermanos sufrían, sus padres se recriminaban mutuamente la responsabilidad que tenían en el hecho. El joven estaba conectado a un ventilador mecánico con riesgo vital y en los pasillos del hospital sólo se respirada dolor y desesperanza. Así fueron pasando los días y cada vez los rostros se iban tornando más grises. La hermana menor del joven pidió autorización para visitarlo y se lo permitieron. Entró sola a la habitación y los gritos alertaron a los familiares que estaban en la sala de espera; asustados abrieron la puerta para ver qué era lo que ocurría y escucharon los gritos desgarradores de la niña diciendo: ¿por qué nos hiciste esto?, ¿por qué no pediste ayuda?, ¿por qué tenías que hacerlo de esta forma?, ¡odio lo que hiciste!, ¡mira como estamos sufriendo! Volvieron a cerrar la puerta y se echaron a llorar. Todos los que estaban en la sala de espera pensaban como la niña. Alguien tenía que ser honesto…

Esta historia me recuerda a nosotros mismos. Muchas veces nos sentimos solos, tristes, abatidos por las circunstancias y cuando nos preguntan cómo estamos, ponemos una sonrisa que oculta nuestro verdadero sentimiento, como si fuese necesario aparentar que siempre estamos bien, cosa que no es real. Es posible, dirás tú, que en Cristo tenemos paz y contentamiento permanente, y estoy de acuerdo contigo, pero tampoco podemos negar que hay días más difíciles que otros y ésos no nos hacen menos “dignos” de recibir el amor de nuestro Padre. Tal vez la tristeza en vez de durarnos tres días, nos durará 3 horas…pero también la vamos a experimentar porque nuestro organismo está programado para sentirla.

Lo anterior me recuerda al pasaje que aparece al principio del libro de Nehemías. Hananí, hermano de Nehemías le cuenta que la muralla de Jerusalén fue derribada, y que las puertas fueron consumidas por el fuego. Ante esta fatídica noticia, Nehemías responde lo siguiente:

Cuando oí esto, me senté a llorar. De hecho, durante varios días estuve de duelo, ayuné y oré al Dios del cielo” Nehemías 1:4 (NTV)

Nehemías nos da un claro ejemplo de reacción ante una mala noticia. Él era un hombre de Dios, fue tremendamente valiente, pero él ante esta noticia LLORÓ COMO CUALQUIER SER HUMANO, es más, DURANTE VARIOS DÍAS ESTUVO DE DUELO y creo que todos compartimos que cuando se está en un duelo, precisamente no se es el ser más optimista que pisa la tierra, si no todo lo contrario (claro está, dependiendo en qué etapa del duelo estemos, pero inicialmente este considera mucha tristeza y desazón). Este hombre fue honesto con Dios y le mostró su dolor, su pena, su tristeza y amargura. Todo lo anterior lo acompañó de oración y ayuno.

Quiero enfatizar esto último. No es necesario ser fuerte como una roca para Dios, no es necesario aparentar con Él que las cosas no nos duelen. No importa qué tan frágiles luzcamos frente a Él. Él siempre creerá que somos fuertes porque somos Sus hijos y tenemos Su poder, pero también sabe cuál es nuestra naturaleza.

¡Dios no se espanta con tus lágrimas o con tus berrinches!

De hecho, Él los está esperando para empezar a actuar. La próxima vez que vivas una situación difícil, te invito a ser honesto/a con Dios y si necesitas llorar tres días seguidos, lo hagas, hasta que estés preparado para orar y ayunar.

Autora: Poly Toro

Escrito para www.destellodesugloria.org

COMPARTE


Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook: