Epitafio – Devocional
EPITAFIO
2 Timoteo 4: 6-7 = Yo, por mi parte, ya estoy a punto de ser ofrecido como un sacrificio, y el tiempo de mi partida ha llegado. He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe.(VRV)
A la vida de todo ser humano llega este momento, todos sabemos que cuando llegamos a cierta edad, la partida de este mundo está cerca. El apóstol está pasando la posta de extensión del Reino a su discípulo; a medida que se acercaba el fin de su vida, Pablo pudo decir con seguridad que había sido fiel a su llamado. Por eso enfrentó la muerte con calma, sabiendo que sería premiado por Cristo.
Las generaciones como la de mis padres (tengo cuarenta y un años) acostumbraban decidir con antelación lo que querían que se escribiese en sus lápidas. Muchos elegían frases célebres, otros simplemente dejaban esa expresión al amor familiar; otros querían que se los recodase por su utilidad como seres humanos; y otros pasan por la vida sin dejar huellas a lo que ni sus lápidas ni los recuerdos dicen nada de ellos. Estos últimos son los que jamás pelearon con el Señor de su lado.
Pero volvamos a la biblia. Pablo no está hablando de salvación, está hablando de la batalla que se presenta cada vez que buscamos cumplir con lo que se nos ha encomendado, extender el Reino de Dios.
Por eso es que muchos se frustran y quedan en el camino; al no entender que hay que esforzarse para vivir una vida victoriosa. Cristo ya nos dio la victoria en la cruz del calvario, lo que nosotros hacemos al “pelear la buena batalla”, es mantenernos con fe. ¿Preparamos realmente nuestra vida para la muerte?
La salvación es sin esfuerzo alguno, solo por fe; pero predicar el evangelio completo del señor Jesucristo significa enfrentarse cotidianamente a un enemigo vencido pero que no se resigna y busca permanentemente amilanarnos. Sin lucha no hay victoria.
El tamaño de tu enemigo no tiene que ver con el tamaño de tus fuerzas; sino que, está directamente relacionado con el tamaño de tu comunión con Dios.
La libación consistía en vino derramado en un altar como sacrificio a Dios (Génesis 35.14; Éxodo 29.41). Su fragancia era considerada agradable a Dios. Pablo veía su vida como una ofrenda a Dios.
El mantenernos con fe en las circunstancias de lucha permitirá que las promesas del Señor se cumplan en nuestra vida y que, al final, podamos decir como Pablo, sabiendo que Cristo nos recompensará por haber sido fieles a Él.
Las palabras del apóstol a su discípulo Timoteo es también para nosotros ya que no nos habla por hablar sino que direccionado por el Espíritu Santo permite ver que si se puede; podemos vivir en santidad, podemos vivir una vida victoriosa, se puede alcanzar la meta, los propósitos en Él son alcanzables.
No estoy instando a la gloria personal, sino a reaccionar a que el tiempo en esta tierra es limitado y que el único que lo conoce es el Señor. O sea, insto a el hacer algo que deje huella que dé gloria a Dios.
¿Qué te gustaría que se escribiese en tu lápida? ¿Cómo te gustaría que se te recuerde? ¿Cómo un vencedor? ¿Cómo una vencedora?
¡Ánimo! Declaremos como el apóstol…”Todo lo puedo en Cristo que me fortalece…”
Autor: Gustavo J. Iriart
Escrito para www.destellodesugloria.org