Segundas partes
Segundas partes.
Si tú eres aficionado al cine como yo, o al menos te gusta ver películas sabrás que es muy común, ante un éxito de taquilla, que se decida rodar la segunda parte de una película. Es más, hay en algunos casos en que no sólo los realizadores se han conformado con la segunda parte, sino que han hecho ¡hasta cinco partes!
En general, los comentarios sobre las segundas partes de las películas oscilan entre la aceptación o el rechazo total, sin intermedios. Recientemente fuimos con mi hermana al cine a ver la segunda parte de una película y nuestra sensación es que no hay como la primera parte, esta ni se le compara, pese a que la fotografía de la película era bellísima.
Pero así como en el cine y como las grandes estrellas, nosotros también tenemos nuestras propias “sagas” de capítulos o episodios de nuestra vida. También vivimos segundas partes y es que Dios es un Dios de segundas, terceras, cuartas…partes, a Él le gusta darnos infinitas oportunidades hasta que logremos alcanzar el Oscar por nuestras actuaciones. Me agrada saber que en Cristo, cada segunda parte será mejor que la anterior, sin importar cuántos capítulos tendrá nuestra historia.
Este fin de semana nos reíamos con una amiga pensando en que muchas veces nos damos infinitas vueltas para llegar a un destino, metafóricamente hablando (bueno, también para los desorientados espacialmente como yo…), y dentro de esas infinitas vueltas, llegamos al mismo lugar de origen. Lo mismo pasa con Jesús, no importa cuántas vueltas, giros, subidas, bajadas des, finalmente te encontrarás con Él que te espera con los brazos abiertos. Si hay un final feliz en la película de tu vida, ese es con Cristo en ella.
No importa en qué parte del rodaje estemos, tampoco si ya pasó un capítulo completo y aún no logras alcanzar aquello que esperabas, no importa si en el primera parte perdiste algo, en la segunda o en la tercera, Dios “invierte” en ti y te da la oportunidad de estar en permanente rodaje, para ir incorporando escenas, personajes, acontecimientos, lugares, diálogos nuevos y distintos. A Él lo único que le importa es hacer de tu vida la mejor de sus creaciones, dándote el papel protagónico siempre, proporcionándote nuevas aventuras, pero sobretodo, nuevas oportunidades.
Si ya viviste la “primera” parte de tu propia película y porque el final de ésta no fue feliz como en las películas de Disney temes participar de la “segunda” parte, no te preocupes, tu vida no dependerá del gusto de terceras personas, ni de la venta de entradas, dependerá exclusivamente de cuánto permitas que el director te guíe y de cuánto creas en el personaje que encarnas. Si ambas cosas se dan, estoy segura que esta segunda parte sí sería merecedora de tu propio premio Oscar.
Autora: Poly Toro
Escrito para www.destellodesugloria.org