Tú estás vestido para la multiplicación

Tú estás vestido para la multiplicación

Tú estás vestido para la multiplicaciónDespués de muchos años vinieron los hermanos de José; y cuando José los vio recordó: «pensar que la última vez que nos vimos fue en el pozo, y ahora es en el palacio; pensar que la última vez me gritaron insultos y ahora me vienen a pedir perdón…» Y José los miró y les dijo: «quédense tranquilos porque Dios me mandó a mí antes, para que cuando ustedes vengan, los bendiga».

 Dios te va a mandar antes para que cuando vengan los tuyos los estés esperando con el pan.

Hay un vestuario de vanguardia esperándote

No importa lo malo que te pasó, el que se burló de vos en el pozo, va a venir a extender sus manos porque va a ver que Dios ha estado contigo.

A José los hermanos le mancharon la túnica que le había regalado su papá, con la sangre de un animal, pero tiempo después el mismísimo faraón rey de Egipto, le puso los vestidos reales que representan la autoridad y el poder que iba a tener sobre toda una nación.

Él estaba revestido de Cristo,  por eso todo lo que tocaba se multiplicaba y prosperaba.

Pongámonos todos de etiqueta para recibir a nuestro hermano

En la Parábola del Hijo Pródigo, al hijo que se había ido de la casa, cuando volvió, el papá le hizo poner un vestido nuevo: que representa la capacidad de multiplicar todo lo que tenía. Por eso al rey le ponen vestidos nuevos, por lo que simbolizan.

El hermano del hijo pródigo representa a los religiosos. “Estaba perdido dentro de su propia casa” porque preguntaba “¿para quién era la fiesta?” (Todos sabían que era para el hermano menor).

Dijo: “tu hijo”, no dijo: “mi hermano”.

“Malgastó el dinero con prostitutas”: ¿cómo lo sabía? (lo prejuzgó)

“Gastó tu dinero”: mentira, porque era la herencia del muchacho.

¡El religioso no puede disfrutar de nada!

El padre le contesta:

 “pero si todas mis cosas son tuyas, ¿por qué no las disfrutas?”

Lo que estaba pasando era para saltar de la alegrìa, para bailar, para disfrutar, porque el hermano menor había vuelto al hogar; ¡cada vez que alguien se arrepiente, hay que hacer una gran fiesta, y vestirnos de acuerdo al evento!

No naciste para vivir en la escasez, naciste para la multiplicación

Un día, los miembros de la comunidad de los profetas le dijeron a Eliseo:

—Como puede ver, el lugar donde ahora vivimos con usted nos resulta pequeño.  Es mejor que vayamos al Jordán. Allí podremos conseguir madera y construir un albergue.

—Bien, vayan —respondió Eliseo.  Pero uno de ellos le pidió: -“Acompáñenos usted, por favor”-. Y Eliseo fue con ellos.

Eliseo representa al Espíritu Santo. Los hombres le dijeron al profeta que los acompañase.

 “debo compartirle al Espíritu Santo antes de hacer cualquier cosa”, que sea mi amigo,  el Espíritu Santo te va a decir: “dale para adelante”.

Los hijos de los profetas dijeron: “hay que pedirle que nos acompañe,  no alcanza con que le contemos”. Hay que pedirle que venga con nosotros. Acá hay todo tipo de gente: leñadores, hachadores, consultores. Pero a uno de ellos se le había caído el hacha en el agua y era prestada, el hacha se recuperó porque Eliseo estaba allí.

Porque alguien le dijo: “acompáñame”, porque el Dios que te bendice, va a ser el que te va a hacer recuperar lo que has perdido. “Acompáñame Señor” es la palabra clave.

No es el hacha. El milagro es que la casa que empezaste a hacer se va a terminar con hacha o sin hacha, con dinero o sin dinero. El Dios que te empuja es el que te va a ayudar a terminar todo lo que empezaste.

Va a llegar el día que vas a decir: “la casa nos quedó chica” es una bendición que algo te quede chico, porque significa que creciste y así te va a quedar todo chico, porque Dios te va a ensanchar. Dios te ha llamado para que te expandas. No digas que no se puede, porque “para el que cree todo es posible”, entonces fe es creer que todavía hay posibilidades para hacer cambios en tu vida.

Cada vez que te quejas no ves todas las bendiciones que Dios tiene para ti. Una vez al profeta Elías le agarró una depresión, entonces se metió en una cueva y dijo: “¡Oh Dios! quítame la vida porque estoy aquí, solito”. Y  el Señor le dijo: ¡hombre, hay siete mil personas que te aman, que oran por ti, y que están de tu lado!

Cada vez que te quejas, dejas de ver ¡siete mil bendiciones que Dios preparó para bendecirte!

Autora: Silvia Truffa

Escrito para www.destellodesugloria.org

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