Mirada Correcta

MIRADA CORRECTA

“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Colosenses 3:2 (VRV)

Al leer este pasaje sin profundizar en lo que nos quiere decir pareciera que debemos restarle importancia a todo lo terreno; sin embargo al prestarle debida atención podemos entenderlo mejor.

Todos los días hablo con gente que vive encerrada en “sus” problemas; corre a Dios cuando ya no le queda otra alternativa, generalmente ya agotó sus recursos en posibles soluciones, y no hablo sólo de problemas de salud, sino de toda índole. En tono de reproche exclaman “porqué, Dios mío, porqué a mí!?” sin embargo, son personas que en un cien por ciento dejaron de lado al Señor.

«Buscar las cosas de arriba» significa luchar por poner las prioridades celestiales en la práctica diaria. «Buscar las cosas de arriba» significa preferir lo eternal antes que lo temporal.

La biblia dice: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.” Colosenses 3:15 (VRV)

Poner «la mira» quiere decir «hacia donde enfocamos nuestras vidas» Hay dos blancos hacia donde poner la mira: 1) Las cosas de arriba. 2) Las cosa de la tierra. Las «cosas de arriba» son todas aquellas que tiene que ver con Dios, pero «las cosas de la tierra» son todas aquellas que tienen que ver con «este mundo sin Dios».

El verdadero hogar de los cristianos es donde Cristo vive (Juan 14.2, 3). Esta verdad nos da una perspectiva diferente en nuestras vidas aquí en la tierra. «Poner la mira en las cosas de arriba» significa mirar la vida desde la perspectiva de Dios y hacer lo que a Él le agrada. Este es el antídoto para el materialismo. Obtenemos la perspectiva apropiada de los bienes materiales cuando los vemos de la misma manera en que Dios los ve. Cuanto más consideremos al mundo a nuestro alrededor de la manera en que Dios lo hace, tanto más viviremos en armonía con Él. No debemos apegarnos demasiado a aquello que es solo temporal.

La verdadera motivación viene cuando buscamos su rostro, en vez de sus manos solamente.

Autor: Gustavo J. Iriart

Escrito para www.destellodesugloria.org

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