Resistir, no aguantar
Resistir, no aguantar
Me encanta como es Dios y lo preciso que es en su lenguaje. Sabe exactamente qué palabra usar para dar a entender lo que estaba en su corazón. Lo que a veces nos sucede es que aplicamos sinónimos innecesarios a cosas que están tremendamente claras, y cuando hacemos esto el sentido muchas veces se confunde o se pierde. Dios no necesita interpretaciones, porque Él se encargó de inspirar a otros para que escribieran las cosas tal y cual como Él deseaba que quedaran grabadas en nuestras Biblias.
Sobre esa misma línea tenemos el libro de Efesios capítulo 6 verso 13, éste nos dice: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, habiendo acabado todo, estar firmes”. Como Dios no hace nada al azar, estoy segura que cuando dice “RESISTIR en el día malo” eso fue lo que quiso decir. Está muy claro para mí, pero no muchas veces lo vemos así.
Resistir tiene que ver con tolerar cierta situación, por lo tanto yo tengo una participación activa y directa sobre los hechos, ya que debo poner mucho de mi parte para que sea sólo un episodio y no un estado eterno. Si Dios hubiese dicho “para que podáis aguantar en el día malo” el sentido total de este versículo cambiaría.
Aguantar tiene más que ver con cerrar los ojos, apretar los dientes y esperar que el dolor pase. Es como cuando te inyectan o sacan una muela: aguantas el dolor que esa aguja te provoca sin poder absolutamente nada por evitarlo. Hay alguien que tiene mayor poder que tú y no te queda más que respirar profundo y seguir. Sin embargo, cuando Dios nos invita a “resistir” el día malo espera de nosotros un poco más de participación.
Resistir el día malo implica un acto consciente de mi parte y una convicción de que no será eterno y de que tengo las herramientas necesarias como para afrontar la adversidad. Aun estando en el día más oscuro- y ojo que ese día puede durar semanas, meses y hasta años- yo tengo el control para resistir, porque Dios me lo dio, porque es a Él a quien porto.
Jesús no aguantó el sufrimiento previo y durante su crucifixión, Él lo resistió y reflejo de esto fue su resurrección. Si Jesús sólo hubiese aguantado probablemente el diablo hubiese vencido y la promesa de Dios no se hubiese cumplido, pero no fue así, Jesús se resistió a la muerte y ni ésta pudo ganarle. Resucitó y en su resurrección encontramos la mayor resistencia de la historia.
Probablemente estés o hayas atravesado días malos, o probablemente los atravesarás, pero la certeza que tenemos es que no los tenemos que aguantar, tenemos que resistir, y esa resistencia implica pelear, luchar y declarar la Palabra de Dios en nuestras vidas.
Nosotros no somos “aguantadores”, no somos de los que cerramos los ojos y lloramos en silencio, somos de los que peleamos en lo espiritual aquello que queremos en lo terrenal…¡SOMOS RESISTENTES!
Autora: Poly Toro
Escrito para www.destellodesugloria.org