Hijos bendecidos y libres
Hijos bendecidos y libres
“Cuando todavía estaban lejos de Efrata, Raquel dio a luz, pero tuvo un parto muy difícil. En el momento más difícil del parto, la partera le dijo: « ¡No temas; estás por tener otro varón!» No obstante, ella se estaba muriendo, y en sus últimos suspiros alcanzó a llamar a su hijo Benoní, pero Jacob, su padre, le puso por nombre Benjamín”.
La madre: tenía la mentalidad de la cultura: “hijo de mi dolor”.
El padre: dijo tristeza no, se va a llamar “hijo de mi mano derecha”.
Dios te lleva a niveles altos de bendición. Dios te dice: “Te parí a través de la sangre de Cristo”. Benjamín fue “el lobo rapaz”, lo que encontrara lo iba a despedazar y luego repartiría la presa. Tendría instinto de batalla, instinto de fuerza.
Hay un plan diabólico para que los chicos sean destruidos. Una de las maneras que les destruyan la vida a los jóvenes es por la falta de límites.
Somos los hijos de la mano derecha de Dios. Él ungirá la lanza de todas las batallas que peleemos, donde le peguemos, ahí no erraremos, ¡daremos en el blanco!
El padre que ama al hijo lo corrige. Corrige al sabio y te amará, sabio es el que quiere saber. Los éxitos no nos hacen crecer, lo que nos hace crecer es el dolor de haber recibido la corrección.
Enseñarles a trabajar, Jesús dijo: “estoy en los negocios de mi papá”. Negocio: “no ocio”, no estamos en este mundo sin un propósito. El trabajo hace posible que el niño, al transformar las cosas, descubra su propio valor, “soy lo que aprendo”. Si se refuerza y apoya su iniciativa, comienzan a sentirse trabajadores y con capacidad de alcanzar metas. Deben aprender que no solamente existe placer en concebir un plan, sino también en llevarlo a cabo y el sentimiento del éxito.
“Fieles son las heridas del que ama” Dios te tiene que corregir, el Espíritu Santo te corrige, y nos va a doler pero después va a traer fruto de bendición, de victoria; al escarnecedor, al payaso no se lo corrige.
Tengo que saber dónde poner el sí y el no
Los chicos que crecieron sin límites son pequeños psicópatas, no respetan ninguna norma, atropellan a todo el mundo. Disciplina no es igual que castigo, la disciplina siempre nace del amor, el castigo nace de la ira. Cuando en la Biblia dice que Dios disciplina a sus hijos, es que Dios lo hace a través del amor y nos enseña a ponerle límites.
Los límites son una frontera y el objetivo de los límites no es que el chico se porte bien o “que me haga caso”, el objetivo es que guarde dentro dos palabras llamadas “sí” y “no” para que el día de mañana las aprenda a usar; decirle “sí” a lo bueno y “no” a lo malo. Que el chico aprenda cuando es “vamos” y cuando es “basta” y la herencia más linda de la disciplina es la seguridad. Porque cuando el chico sabe que es “sí” y qué es “no” camina por la vida con seguridad emocional. No hay que pegar, ni gritar porque entonces se rompe con todos los límites. Cuando una persona no le puede poner límites a su furia entonces está mandando un mensaje de ausencia de límites.
El niño va creciendo por la vida satisfaciendo deseos, el límite es poner un cerco a determinados deseos, a los caprichos no hay que ceder, mantenernos firmes, ser cariñosos, tratar de calmarlos, pero no ceder, porque le estamos marcando que hay un contraste, que hay un “sí” y que hay un “no” y si los chicos no guardan los límites, se los van a poner el día de mañana desde otro lugar.
Tolerancia a la frustración
Tenemos que enseñarles a nuestros hijos la tolerancia a la frustración, y eso se aprende desde la infancia. No es tolerancia al fracaso, una cosa es tolerar el fracaso e ir de fracaso en fracaso y otra cosa es tolerar la frustración.
La tolerancia a la frustración es una fortaleza interna, una persona que puede tolerar que las cosas no salgan como imaginaba, es una persona que tiene fuerza interna. Esa fortaleza interna les permite soportar y sobrevivir a las tormentas, no querer matarse cuando no tienen algo, cuando no consiguen algo, los desafía a ser creativos, a buscar nuevas maneras para lograr eso que todavía no consiguieron. La fortaleza interna les ayuda a resolver problemas, a superar obstáculos en la vida, a lograr metas y alcanzar sus sueños.
No hagas por tus hijos lo que ellos saben hacer solos. Dios no va a hacer lo que nosotros sabemos hacer. No hay que intervenir rápido cuando tengan problemas, (que experimenten ansiedad, ambigüedad). Nuestros hijos tienen que ser como los pinos (se mueven de acá para allá pero no se caen). Tengo que enseñarles a posponer por algo mejor, que hay que pensar para el mañana.
Tenemos que enseñarles a nuestros hijos con el ejemplo, tenemos que demostrarles que la vida es hermosa, disfrutar del Espíritu Santo, llevarlos a la casa del Señor. Nuestros hijos son flechas, nosotros los ponemos en el arco, ¡un día vamos a soltar la flecha para que dé en el blanco!
Anécdota: un hombre viajaba en un avión y el avión tuvo que aterrizar de urgencia, no sabía si iba a salir vivo de ahí. Entonces escribió tres cosas:
a-las cosas que no se animó a hacer.
b- a quien tenía que perdonar (cerrar historias viejas).
c-quería ver a sus hijos crecer.
El avión aterrizó en el agua y lo primero que hizo fue ir a un acto en la escuela para ver a su hijo.
Aunque no te vayas a estrellar, el avión de la vida tiene un límite.
Autora: Silvia Truffa
Escrito para www.destellodesugloria.org