A la deriva – Parte 2

A LA DERIVA

(Parte 2)

a la derivaSeguimos analizando el viaje del apóstol Pablo a Roma y de todos los contratiempos que atravesó, pero aún hay más en este pasaje por estudiar.

“Con todo, es necesario que demos en alguna isla.” (Hechos 27:26 RVR1960)

Luego de andar atravesando el mar, haciendo escalas en varios puertos y de atravesar una tempestad, Pablo les dice a los demás tripulantes que ES NECESARIO que lleguen a tierra firme. Quizás tú has estado en las mismas circunstancias de estas personas, atravesando mares y tempestades pero hoy en el nombre de Jesús te digo: es necesario que llegues a tierra firme, es necesario que dejes de vagar y de solo dejarte llevar por la corriente y lleves tu barco a puerto seguro, a tierra firme, a la roca que es Cristo.

“Venida la decimocuarta noche, y siendo llevados a través del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra;  y echando la sonda, hallaron veinte brazas; y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas.  Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de día” (Hechos 27:27-29 RVR1960).

Encontramos varias cosas, primeramente que al ver los marineros que estaban cerca de tierra firme comenzaron a medir a que profundidad se encontraban. Cuando hablan de la sonda, se refieren a una cuerda que dejaban caer para medir la profundidad. 20  brazas equivalen a 36 metros de profundidad, y 15 brazas equivalen a 27 metros de profundidad. Esto los preocupó mucho porque a esa profundidad el barco podía chocar contra las rocas, entonces comenzaron a asegurarlo con las anclas para evitar esta colisión.

Hay que ser precavidos cuando estamos atravesando un mar, una situación adversa o dificultad. No se trata de llegar a tierra firme y ya, se trata de que lleguemos a salvo y así como Dios guarda nuestro viaje, igual nosotros debemos ser prudentes y ser inteligentes a la hora de tomar las decisiones y guardarnos también, movernos al ritmo que debamos hacerlo y con las precauciones que debamos tomar. Las anclas tipifican nuestra fe, nuestra fortaleza espiritual, lo que nos mantendrá firmes y no permitirá que ninguna tempestad o viento nos desvíe o nos haga naufragar.

“Pero aun así, los marineros querían escapar del barco. Comenzaron a bajar el bote salvavidas, haciendo como que iban a echar más anclas en la parte delantera del barco.  Pablo se dio cuenta de sus planes, y les dijo al capitán y a los soldados: «Si esos marineros se van, ustedes no podrán salvarse.» Entonces los soldados cortaron las cuerdas que sostenían el bote, y lo dejaron caer al mar” (Hechos 27:30:32 TLA).

Quizás muchas personas han estado atravesando tempestades contigo y ya cuando están a punto de alcanzar la meta pretenden huir. Dios muchas veces coloca a cargo de nosotros a personas que debemos llevar a tierra firme, a puerto seguro. No permitamos que estas personas huyan, mantengámoslos en el barco hasta alcanzar la meta.

“Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.” (Hechos 27:33-34 RVR1960).

Dios siempre cumple sus promesas, pero era obvio que si los tripulantes no comían no llegarían con vida a su destino. No te quedes sin hacer nada mientras esperas, mientras llega tu tiempo, muévete en fe y haz tu parte. Pablo sabiamente nos insta a eso, a que no nos quedemos de brazos cruzados y hagamos lo que nos corresponde y confiemos que Nuestro Padre hará el resto. Vemos también que la misma calma que tuvo Jesús mientras atravesaba la tempestad con los discípulos, era la misma que en este momento tenía Pablo, se estaba cumpliendo en él también la misma promesa que el maestro había hecho de cruzar al otro lado pero en otro contexto, con otras personas.

 “Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se fugase nadando.  Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, les impidió este intento, y mandó que los que pudiesen nadar se echasen los primeros, y saliesen a tierra;  y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra.” (Hechos 27:42-44 RVR1960).

El enemigo quiere estropear los planes que Dios tiene para con nosotros pero lo que El Rey decreta para nuestras vidas SE CUMPLE, O SE CUMPLE. Al final Pablo y toda la tripulación llegan a salvo y a tierra firme.

“Yo soy un Dios fiel, y prometo que mis fieles seguidores dejarán de sufrir. Todo el que pida una bendición en el país, la pedirá en mi nombre, porque yo cumplo lo que prometo; y todo el que haga un juramento jurará en mi nombre, porque yo cumplo mis juramentos.”

(Isaías 65:16 TLA).

Autora: Jessica Terán

Escrito para: www.destellodesugloria.org

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