La Necesidad de la Oración – Parte 2 de 2
LA NECESIDAD DE LA ORACIÓN – PARTE 2
Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.
Ahora bien, luego que Jesús les hubo enseñado estas cosas respecto a la oración, les dio, también, un modelo de oración que debían seguir. Este modelo de oración es el muy conocido (y al mismo tiempo no tan conocido) “Padre Nuestro”.
La iglesia católica reza constantemente esta oración, pero no se trata de rezarla una y otra vez si no se entiende lo que se está diciendo. Por otra parte, considero que muchos cristianos deciden ignorarla por completo y solo tenerla en cuenta como tema de discusión. Ambas posiciones son erróneas, están equivocados aquéllos que recen una y otra vez lo mismo sin ningún conocimiento de Dios ni entendimiento de corazón; pero también están equivocados aquéllos que invaliden con su actitud las maravillosas enseñanzas que Jesús nos dejó.
Permítaseme ahora explicarle (con la dirección del Espíritu Santo) este maravilloso modelo de oración.
1. “Padre…”: El padre nuestro es nada menos que la oración perfecta que nos da una guía respecto a cómo debe ser nuestra oración a Dios. En esta oración se encuentran representadas las necesidades humanas integrales. El primer elemento que Jesús nos enseña es que cuando oremos debemos presentarnos como hijos. No debemos presentarnos como quién se presenta ante un completo desconocido, sino ante el Dios que conocemos. Todos los seres humanos tenemos la necesidad de un Padre, esta necesidad queda totalmente satisfecha por Dios. La oración es el lugar donde nos encontramos con nuestro Papá y podemos disfrutar de su llenura y amor, es un lugar donde puedes contarle a Dios con confianza todo lo que haya en tu corazón y derramar tu vida en adoración a Él. Si no te presentas como hijo tu oración es inválida.
2. “nuestro…”: Hay algo muy importante que muchos ignoran y es la necesidad humana de una familia. Cuando oramos no oramos por nosotros mismos solamente, sino que debemos orar por la Iglesia como nuestra familia. Una familia está conformada por Padres e hijos, Dios es nuestro Padre y sus hijos (si es que somos hijos de Dios) son nuestros hermanos, quedando satisfecha nuestra necesidad de estar en una familia. Cuando oremos debemos dejar de lado nuestro egoísmo y dejar de decir: “Yo, mí” y empezar a decir “nosotros, nuestro”. Cuando aprendas a hacerte a un lado y amar a tus hermanos en la fe, orando por ellos como oras por ti mismo, verás que tu oración tiene significado.
3. “que estás en los cielos,…”: También tenemos la necesidad de saber que somos escuchados. No hay nada peor que estar hablando y que no te escuchen. El hecho de reconocer que Dios está en los cielos implica, necesariamente, que estás seguro que te está escuchando y que existe. También estás reconociendo su soberanía y majestuosidad, estás humillándote ante Él reconociendo que es tu Dios, que te conoce y que todo lo ve, todo lo puede, está siempre presente y sabe que es lo mejor para ti. Reconocer su soberanía es fundamental para la oración porque sabes a quién estás orando. Si no sabes a quién estás orando ¿para qué oras?
4. “santificado sea tu nombre…”: Los humanos fuimos creados para adorar a Dios y esa necesidad está presente en lo más profundo de nuestro ser. ¿Alguna vez se sintió vacío? ¿Por qué cree que cuando se acercó a Dios ese vacío desapareció? Porque fuimos creados para su gloria y cuando lo adoramos nuestra necesidad de Él queda satisfecha. Santificar su nombre significa reconocer su perfección, recordar sus maravillas y prodigios en nuestra historia personal, reconocer su eterno amor y su mano de poder que ha estado sobre nosotros para salvarnos. Significa adorarlo, bendecirlo por su amor y amarlo con todo el corazón; es decirle que lo amamos porque Él nos amó primero; es servirle y reconocer su divinidad y su gloria infinita, es agradecerle por sus muchos prodigios de los cuales hemos sido testigos o hemos creído por el testimonio de otros.
5. “Venga tu reino…”: Los humanos fuimos creados para estar sujetos al gobierno divino, todos tenemos necesidad de una figura de autoridad que nos guíe y dirija. Todos nosotros necesitamos a alguien que nos gobierne o nos guíe y, si se pone a pensarlo seriamente, verá que nadie escapa de esto. En nuestro padre terrenal encontramos (para bien o para mal) una primera figura de gobierno y somos tan débiles y frágiles que no nos bastamos por nosotros mismos sino que necesitamos quién nos guíe. Muchas personas cometen el error de creer que son autosuficientes ignorando su debilidad humana. Reconocer que necesitamos el gobierno de Dios es fundamental. Ninguna figura de autoridad humana puede sustituir nuestra necesidad de ser gobernados por nuestro propio Creador. Llegará el día en que Dios nos siente en puestos de autoridad cuando venga su reino, pero siempre será su reino y no el nuestro.
6. “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra…”: El cielo es trono de Dios y la tierra estrado de sus pies. Tenemos la necesidad que Dios cumpla su voluntad en nosotros. Su voluntad es perfecta, la nuestra no; su voluntad nos da vida, la nuestra muerte; su voluntad trae salud, la nuestra enfermedad; su voluntad trae salvación, la nuestra perdición; ¿se da cuenta lo mucho que necesitamos que la voluntad de Dios se cumpla en esta tierra? En las noticias vemos lo que ha hecho la voluntad de los hombres, un reino de sangre inocente derramada, un reino de injusticia y maldad. ¡Pidamos juntos que la voluntad de Dios sea la que se cumpla en esta tierra como era al principio! ¡Pidamos que su voluntad de vida se cumpla en este mundo de muerte y sin sentido!
7. “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy…”: Cada día trae su propio afán. Los humanos tenemos necesidad del alimento y de otros bienes fundamentales para sobrevivir, y Dios se preocupa por eso. La comida es una bendición de Dios desde todo punto de vista: Él hace que la tierra produzca lo que usted come, Él da inteligencia al hombre para darle un toque especial (forma, sabor, etc.), Él le da la economía para poder acceder a los alimentos diarios. La comida es una bendición de Dios que nosotros necesitamos. No dudemos en pedirle que nos la de cada día, pero no solo a nosotros sino a aquéllos hermanos nuestros que pasan por necesidades económicas. Sin embargo, Jesús enseña que no nos debemos preocupar por estas cosas pues Dios nos las dará por añadidura, sino que debemos buscar primero el Reino de Dios y su Justicia. En otras palabras preocúpate por servirle a Dios que Dios se encargará de ti.
8. “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores…”: Existe en lo más profundo de nuestro ser otra necesidad fundamental y es el perdón. Necesitamos sentirnos limpios, sin deudas. ¿Cómo se siente cuando por fin logra pagar una deuda que lo venía persiguiendo por años? Lo mismo pasa en nuestro interior, el perdón trae paz a nuestros corazones y nos da confianza para vivir nuestra vida sin carga. Es como si viviéramos con una pesada maleta en nuestra espalda y por fin podemos deshacernos de ella y caminar con libertad, eso es el perdón. Pero existe una condición para recibir el perdón y es perdonar. Si no le quitas a tu hermano la carga que tiene, ¿cómo esperas que Dios te quite la tuya? Debes perdonar los males que te han hecho para recibir el perdón de Dios y solo así podrás experimentar la paz y la libertad que trae el perdón.
9. “Y no nos metas en tentación,…”: Como una oveja necesita a su pastor, así nosotros necesitamos de Dios para que nos guíe. Esta parte de la oración es decirle a Dios: “Ayúdame, Señor, guíame, no me dejes caer en las trampas que el diablo ha puesto para que caiga en ellas, ¡Líbrame Señor!”. Solo aquél que conoce el camino nos puede guiar por Él, No podemos hacernos sabios en nuestra propia opinión pensando que podemos seguir el camino de Dios como más nos parezca o convenga. ¡Hay muchas trampas en el camino! Necesitamos la guía de Dios para mantenernos en su camino eterno. Pidámosle a Dios que nos examine y revise si hay en nosotros camino de perversidad y nos guíe por el camino eterno. (Salmo 139:24)
10. “mas líbranos del mal;…”: Necesitamos estar protegidos. Dios nos protege bajo la sombra de sus alas y en el hueco de su mano (Salmo 17:8, Isaías 49:16). Él es nuestra seguridad, nuestro escudo, nuestro libertador, nuestro protector. Él cuida de nosotros y nos defiende en todos los aspectos de nuestro ser. Pedir su protección es sabio y necesario. No nos podemos cuidar a nosotros mismos, necesitamos que Él nos cuide de todo mal.
11. “porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos…”: Al decirle esto a Dios, estamos confiando en que Él es poderoso para contestar nuestra oración y darnos la respuesta que nuestro corazón anhela. Tenemos la necesidad de estar seguros. Con Dios tenemos seguridad, a Él pertenecen el reino, el poder y la gloria para siempre; por esa razón podemos confiar en Él con todo nuestro corazón y saber que nuestras oraciones serán oídas y respondidas conforme a su perfecta voluntad para nuestras vidas.
12. “Amén.”: Cuando decimos “Amén”, estamos haciendo una declaración de fe y de confianza, estamos descargando todas nuestras ansiedades, preocupaciones, peticiones, preguntas, dudas y demás cosas que aquejan nuestro corazón en su divina presencia. Tenemos la necesidad de descansar. El descanso al que Dios hace referencia no es dormir o acostarse en la cama, sino confiar todas nuestras ansiedades sobre Él, sabiendo que Él tiene cuidado de nosotros (1 Pedro 5:7). Descansar, esperar en Dios es decirle “Señor, todo lo que soy lo pongo en tus manos, confío en ti, descanso en ti, espero en ti.” Esperar es muy difícil, pero es una cualidad cristiana que el Espíritu Santo va forjando en nosotros; Él nos da paciencia para perseverar sin desmayar hasta el cumplimiento de las promesas de Dios.
NO OLVIDES LA NECESIDAD DEL PERDÓN:
Jesús termina su enseñanza recalcando el valor del perdón y diciendo que si no perdonamos a los hombres sus ofensas tampoco Dios nos perdonará las nuestras, pero si perdonamos también Dios nos perdonará. Si no has perdonado tu oración será infructuosa, antes de presentarte ante Dios debes presentarte con un corazón limpio que no tiene amarguras ni resentimientos.
No te preocupes si sientes que no eres capaz de perdonar, lo primero que debes hacer es decidir hacerlo y Dios se encargará de tus sentimientos y tu corazón. Verás que si decides hacerlo Dios extenderá su brazo sobre ti para ayudarte y consolarte hasta el punto en que puedes manifestar un perdón perfecto y un corazón sano; pero a ti te corresponde decidir hacerlo. Si decides hacerlo y perdonas de corazón lo que otros te han hecho, recibirás el perdón de Dios y tus oraciones subirán como incienso ante su trono; pero si no lo haces no recibirás su perdón y tus oraciones no pasarán del techo. ¡DECÍDETE A PERDONAR! DIOS HARÁ EL RESTO.
Autor: Juan Felipe Caro Valencia
Escrito para www.destellodesugloria.org