La Necesidad de la Oración – Parte 1 de 2
LA NECESIDAD DE LA ORACIÓN – PARTE 1
Lectura: Mateo 6:5-15
Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.
Cuando una persona decide poner su confianza entera en Dios, empieza a ejercer algunas actividades espirituales que fomentan y ayudan su relación con Él. El ayuno, las vigilias, la lectura de la Palabra, las reuniones dominicales, las escuelas de formación cristiana, entre muchas otras actividades hacen parte del compendio de elementos que hacen parte de la vida cotidiana de un cristiano.
Podríamos decir con mucha seguridad que lo más difícil para un cristiano (y no solo digo para los que apenas están empezando a caminar con Dios sino para todos nosotros) es aprender a orar.
Existen muchísimos libros que hablan acerca de la oración, he oído de diversas teorías respecto a la forma correcta de orar; pero en muchas ocasiones esas teorías solo sirven para confundir a las personas y dar respuestas humanas (basadas en prejuicios humanos) a una pregunta que el mismo Jesús ya se encargó de responder. Me parece, en cambio, que si alguien quiere hablar acerca de la oración no deberá interponer sus argumentos o su metodología; sino limitarse a explicar, con la dirección del Espíritu Santo, la enseñanza de Jesús al respecto.
Jesús comienza su enseñanza mostrando dos errores comunes respecto a la oración, errores que se ven hasta el día de hoy. Citaré textualmente a Jesús para evitar que se piense que son mis teorías o pensamientos:
DOS ERRORES RESPECTO A LA ORACIÓN:
1. LA HIPOCRECÍA:
“Y cuando ores no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.”
Creo que esta escena es más común de lo que debería. A muchas personas les encanta orar en voz alta para demostrar su espiritualidad ante los otros, aunque por dentro estén podridos. No piense jamás que Dios se agrada en apariencias tan triviales como el tono de su voz o su postura. Cuando oramos Dios escucha el corazón no las apariencias. Ciertamente puede engañar a muchas personas con una actitud de espiritualidad fingida pero a Dios no lo puede engañar. ¡No sea tonto! ¡No intente engañar a Dios! ¡No sea hipócrita! Humíllese ante Dios buscando su gloria y no la suya.
Este primer punto hace énfasis en un aspecto fundamental de la oración: LA ORACIÓN ES PARA DIOS NO PARA USTED MISMO. La verdad este elemento se olvida más de lo que parece. A veces oramos para cumplir con nuestra carga de conciencia o para sentirnos bien con nosotros mismos o para mostrar a los otros que somos muy espirituales; pero todo esto no es agradable ante Dios pues si hacemos esto nuestra oración no es hacia Él sino hacia nosotros mismos, lo cual es tan tonto como hablar con el techo.
Jesús expresa en cuanto a este error que la actitud correcta con la que nos debemos presentar a Dios es: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” El valor del secreto tiene un inmenso significado en la oración. El secreto es el lugar donde estás solo con Dios, donde te encuentras con el silencio de tu mente y aflora la verdad de ti mismo, es el lugar donde estás completamente desnudo frente a la mirada de tu Creador; el secreto es el lugar donde ya no tienes a nadie a quién impresionar sino que estás frente al que ya sabe lo que vas a decir antes que lo digas; el secreto es el lugar santo donde haces a un lado tu egoísmo y buscas, con corazón sincero y humillado, la gloria del Dios eterno. EL SECRETO ES EL LUGAR DONDE ESTÁ DIOS.
2. LAS PALABRERÍAS:
Jesús enseña también: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.”
Pueden notar que el primer error hace referencia a LA ACTITUD con la que debemos presentarnos a orar y el segundo hace referencia a LA FORMA como debemos orar. Es decir el primer error es un error que se comete antes de empezar a orar, es un error en la actitud del corazón; y el segundo error es un error que se comete cuando ya se está orando.
Muchos piensan que la efectividad de la oración está en el tiempo, es decir, si oras 1 hora tu oración es más poderosa que si oras 5 minutos. Eso es completamente falso. También muchos piensan que entre más repitan una misma cosa 50 veces dentro de su oración Dios los va a escuchar más y eso también es falso. Muchas veces pensamos (me incluyo porque me pasaba mucho) que hay que repetir las veces que sea necesario una misma cosa hasta que uno sienta que “ya Dios me escuchó” porque, de alguna manera, hay que repetirle a Dios las cosas para que las entienda porque si se las digo una vez, a lo mejor se le olvida o no me entienda bien. Dios no necesita repetidores que oren 5 horas seguidas sin ningún entendimiento de corazón. Yo pienso que para Dios eso debe ser algo aburridísimo.
Permítame hacer ahora una aclaración. No estoy diciendo que no debe persistir en una oración por una situación específica, al contrario, Jesús nos enseñó que seamos impertinentes y oremos con mucha constancia hasta que hallemos la respuesta que anhelamos; lo que Jesús dice es que cuando estemos orando no debemos repetir una y otra vez lo mismo pensando que entre más lo repitamos más nos escuchará Dios pues eso no es cierto.
A Dios no lo complacen las muchas palabras o los muchos adornos en las palabras. Muchos hemos intentado impresionar a Dios con muchas palabras, hablamos y hablamos y creemos que estamos orando pero no lo estamos haciendo, por lo menos no lo estamos haciendo bien.
Jesús explica que la forma como se debe orar es: “No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros pidáis.”
Es refrescante saber que nos presentamos ante nuestro Padre y no ante un desconocido; y aún más refrescante que nuestro Padre ya sabe qué cosas necesitamos y solo está esperando que se lo digamos.
Ya no tiene que orar presentándose ante Dios como si fuera un completo extraño, sino como un hijo que se presenta ante su Padre. Por eso la oración es el hogar donde puedes encontrarte con el que te conoce mejor de lo que te conoces tú mismo. Él te conoce tanto que aunque tus palabras no puedan expresar con claridad lo que tengas para decirle Él ya sabe lo que necesitas y sólo quiere que le digas lo que hay en tu corazón para tener una excusa para estar contigo, para hablarte, para que sientas su amor y para que entiendas que Él te escucha y te conoce, para que entiendas que tus necesidades le importan más de lo que piensas.
La oración es fundamental para nuestra vida porque es un lugar de encuentro con Dios. No tienes que impresionarlo con muchas palabras solo tienes que ser sincero, después de todo, Él ya te conoce.
DIOS NOS ESCUCHA.
Autor: Juan Felipe Caro Valencia
Escrito para www.destellodesugloria.org