¿Cómo transformarse en un Tabernáculo?

¿Cómo transformarse en un Tabernáculo?

¡Cuando buscamos hacer la voluntad del Padre, haciendo de Él nuestra morada, Él nos anhela como habitación, permanentemente y inquebrantable!

            ¿Cómo nos transformamos es un tabernáculo?

            Tabernáculo (Mikdash en hebreo) era un santuario, un lugar separado para que el Señor habitara entre su pueblo y se encontrara con ellos. (Éxodo 25:22, 29, 45, 46; Números 5:3 Ezequiel 43:7-9). La gloria del Señor estaba sobre el tabernáculo de día y de noche.

El Tabernáculo de Moisés o también llamado “Tabernáculo del Testimonio”, contenía los diez mandamientos que recordaban siempre al pueblo la santidad de Dios, y sus leyes sobre la forma en que debe vivir un pueblo escogido. Nuestra relación con Dios, nunca podrá separarse de nuestra obediencia a sus mandamientos.

Esto nos muestra muchas cosas y la principal de ellas es mostrarnos nuestra posición en relación a nuestra vida para con Dios.

¿Cuál es nuestro grado de avance e intimidad con el Señor? ¿Estamos  en proceso de crecimiento o simplemente nos acomodamos y estancamos en una determinada posición? ¿Que tipo de personas somos? ¿Qué ocurrió en nosotros tras la conversión?

Debemos evaluar nuestra posición en relación al tabernáculo y lo que nos es necesario hacer a fin de poder crecer y alcanzar la plenitud en nuestra relación con Dios.

El Señor nos constituyó casa espiritual (I Pedro 2:5), santuario de Dios (I Corintios 3:16-17) y “casa de oración” (Mateo 21:13). De acuerdo con toda aquella riqueza del jardín, del tabernáculo y de los templos, usted, como santuario de Dios, ¿siente esa misma riqueza? ¿Siente la importancia de ser hecho a la imagen del Señor? (Génesis 1:26)

CUATRO ETAPAS PARA TRANSFORMARSE EN HABITACIÓN PERMANENTE DE DIOS.

1º. Monte Horeb, o monte de Dios – Éxodo 3:1-5.

Moisés deseó ver la zarza que ardía y no se quemaba (v. 3). El primer paso para ser un tabernáculo somos nosotros, tenemos que quedarnos mirando, y después viene el llamado (v. 5) para quitar las sandalias de nuestros pies.

Quitar las sandalias de nuestros pies es la separación del pecado y de todo mal, y la dedicación a Dios. Moisés, como siervo de Dios, tenía que recordar constantemente el hecho de que el Dios a quién él servía era santo, tan santo que se uno ser humano lo contemplara, con certeza moriría (Éxodo 3:6; 19:21)

Aceptar el  “llamado a la santidad” es estar preparado para decir “no” a ti mismo y dejar tus cosas a fin de recibir las de él.

¿Está lo suficientemente desesperado para hospedarlo y hacer una habitación para la presencia divina?

2º Monte Sinaí – Lugar de intimidad – Éxodo 34:27-29

Moisés estuvo en el Monte Sinaí durante cuarenta días siendo sustentado por Dios, de manera sobrenatural, durante su ayuno, en que no tocó alimentos, ni bebió agua. “Pon estas palabras por escrito, pues en ellas se basa el pacto que ahora hago contigo y con Israel. (v. 27). Moisés estaba en un periodo de santificación para que hubiera el pacto con el Señor, para que Su gloria resplandeciese en su faz.

Subamos al monte Sinaí en la búsqueda incesante por una profunda intimidad con Aquel que vendrá a hacer de nosotros su habitación.

3º Monte Carmelo – Manifiesta la gloria de Él – I Reyes 18:19  y  37-38

      Jesús dice: “Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre. Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.” (Juan 14:12-14)

                  Cuando vivimos una vida de santidad e intimidad, Jesús nos garantiza que en Su Nombre podemos operar milagros incluso mayores que los que Él hizo.

4º Monte Sión – El monte de la presencia de Dios – Salmo 132:13-14

      El Señor ha escogido a Sión; su deseo es hacer de este monte su morada: «Éste será para siempre mi lugar de reposo; aquí pondré mi trono, porque así lo deseo. (Salmo 132:13-14)

            Cuando buscamos hacer la voluntad del Padre, haciendo de él nuestra vivida, Él nos desea como habitación, permanente e inquebrantable (Salmo 125:1).

            Así nos volvemos inquebrantables

            Ser el tabernáculo es estar separado del pecado y consagrado a Dios (santidad). Es estar cerca de Dios (intimidad), ser semejante a Él, y, de todo el corazón, buscar su presencia (manifestación de su gloria), su justicia y su comunión (habitación). (Hebreos 12:14)

¿Seguro que has escogido a Dios para ser Él tu vida?, ¿Le has dado a Él espacio para hacer de ti su habitación?

Autora: Joelma Boaventura

Escrito para www.destellodesugloria.org

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