¡Un “alto” en el camino!

¡Un “alto” en el camino!

Cada mañana, cuando está por despuntar el alba ¡te veo a lo lejos papá! Tu silueta es inconfundible a tras luz. Parece que jugaras con el sol: “a ver quien amanece más temprano”. Ya se te nota algo encorvado; quizás es la leña que traes sobre tus hombros, o es el peso de los años, que va calando tus huesos, hasta dejarte agachadito. Tu semblante arrugadito, nada sabe de “bloqueadores solares” ¿Serán los muchos pesares, los que te marcan tan profundo? Tu caminar se hace lento, viejito. Tus piernas cansadas de cansancio acumulado, te están pidiendo un receso. ¡Por algo permanecía ahí, ese tronco viejo! ¡Justo a la mitad del camino! Cuando el ánimo comienza a escasear, cuando aún nos queda un largo trecho por andar, es que debemos detenernos. ¡Es necesario descansar! Te veo sentado a lo lejos, papá! Los leños en el suelo, son mudos testigos, de tu intenso cavilar. Tu mirada se clava en el horizonte, intimidando al tiempo y al espacio. En esa línea lejana, el cielo y la tierra, se confabulan para pintarte muchos signos de interrogación. ¡Demasiados, como para tener respuesta! Quisiera entrar a ti, por esa cortina espesa, de hilos de plata que caen pesadamente, sobre tu cabeza. Quisiera ser una mera espectadora de tus pensamientos, aunque sé que no podré, porque soy parte de ellos. Tú te sientas como esperando al sol papito y aprovechas ese tiempo para evocar. Esto se ha hecho parte de un ritual, que se está repitiendo muy a menudo. Esperas que quizás el viento, te traiga los recuerdos más de prisa. ¡Hace tanto tiempo, que has cambiado tu risa, por puras cavilaciones! Ya no disfrutas como antes, de las profundas conversaciones que manteníamos a diario. ¡No te afanes papito! También yo, haré un “alto” en mi camino, para estar contigo.

Sé que no vives pendiente, y poco te interesan las fechas especiales. Pero mañana ¡es el Día del Padre! No te haré una gran fiesta, ni quebrantaré con estrepitoso ruido, tu silencio; tampoco llenaré la casa de invitados sin tu consentimiento, papá. Sé que eres un hombre sencillo y de andar, más bien solitario. Mañana, cuando esté por despuntar el alba, iremos juntos a recoger la leña. Será como cuando atravesábamos el valle para llevarme a la escuela. Y te prometo, que aunque me quede sin suela, papito ¡mañana recorreré contigo los valles y los cerros que me vieron crecer! Después, buscaré una piedra junto al viejo tronco, y nos sentaremos a descifrar los enigmas en el horizonte. ¡Buscaremos en las nubes, las formas de animalitos como antes! ¡Ya no estés triste, viejito! Yo sé cuánto extrañas al varón, ¡a mí me hace falta mi viejita! Quizás partieron tan de prisa, porque necesitaban ayudantes en el cielo. Mamá estará sembrando flores, o cosiendo las cortinas. Y mi hermanito… él jugará a las escondidas con los angelitos ¡Era tan travieso! Pero ya no pensemos en eso, papá. ¡Te prometo que mañana, haré un alto en el camino, para dedicarme de lleno a ti!

El sol ya está muy alto y no regresas todavía. ¡Tú no te dejarías ganar así por el astro rey! El viejo tronco está vacío y los leños aún permanecen allí. ¡Mi corazón se acelera y comienzo a correr…! ¡No podía creer lo que mis ojos veían! ¡Te encontré en el suelo encorvadito, como pidiendo a la tierra que te acogiera en su seno! Tus arrugadas manos, cansadas y frías, apretaban contra tu pecho, un pequeño ramo de flores silvestres. ¡No llegaste a depositarlo, papá! ¡Te detuviste justo a la mitad de camino! ¡Ya no tendremos mañana, papito! Quizás sí, te importaban las fechas, después de todo. ¡Hoy era el cumpleaños de mamá! ¡Perdóname papá, por no haber interpretado las señales de tu cuerpo y de tu alma! Debía suponer, ¡que quizás no tendríamos un mañana! No debí esperar, para hacer un “alto” en mi camino! Ya nada será igual. Cada mañana, al despuntar el alba ¡esperaré en vano tu regreso! ¡Te lloraré en el viejo tronco, papá! El me hablará de ti. El me contará de tus cavilaciones, y de esa perversa mezquindad, que nos robaron el mañana!

Amado, ¡Haz un alto en tu camino! pero hazlo hoy, porque ¡Mañana puede ser muy tarde! “Honra a tu padre y a tu madre…” pero hónrales en vida, dándoles el tiempo, el amor y la dedicación que ellos profundamente anhelan. Esto agrada al corazón de Dios y es el único mandamiento con promesa. …” (Efesios 6:2)

Autora: Estela Schússelin

Escrito para: www.destellodesugloria.org

COMPARTE


Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook: