¡DETENTE, NO LO HAGAS!

¡DETENTE, NO LO HAGAS!

«Os digo todo esto para que encontréis paz en vuestra unión conmigo. En el mundo habréis de sufrir, pero tened valor, yo he vencido al mundo»

Juan 16:33

Quizá esta mañana te levantaste con una vida, a tu forma de ver, en ruinas; no ves nada más que problemas y sientes que todo lo que conoces y tienes se ha venido sobre ti, sientes que ya no puedes más y que eres solo una persona que clama sin que nada suceda, has pensado en lo más sencillo para terminar con tus problemas y has llegado a la conclusión de que la salida más cercana es atentar contra tu vida, crees que indudablemente Dios se ha olvidado de ti y que hagas lo que hagas tu oración no llegará a Él. ¡ALTO! Detente por un momento y mira lo que Dios tiene para ti hoy.

Existen muchos factores en nuestras vidas diarias que hacen que decaigamos y que nuestra confianza y nuestra fe vayan pereciendo dentro de nosotros. Aquellos dardos fuertes y puntiagudos que son lanzados a nosotros, muchas veces son muy difíciles de sacar, y uno tras otro se van hundiendo en nuestra piel hasta llegar a nuestra alma, y allí, arrodillar la voluntad más decidida de que a pesar de lo que suceda seguiré adelante.

Llegan días en los que seguir adelante supone un esfuerzo sobre humano y se mezclan con aquellos momentos en los cuales ya no somos capaces de dar un paso más. Todos los problemas que debemos enfrentar se vuelven más que problemas, simplemente, y a nuestra manera de ver, se vuelven gigantes fuertes que indudablemente nos amedrentan y nos hacen sentir pequeños.

Yo mismo he sentido que es vivir con un corazón adolorido y con lágrimas una noche tras otra, sin encontrar una salida. Yo también he sentido que es orar y no ver que algo suceda. Yo también he dicho «Dios, ¿Dónde estás?» En esos momentos, en donde nos sentimos tan airados, decepcionados, frustrados e impotentes, comenzamos a cuestionar a Dios y preguntarle por qué lo uno o por qué lo otro.

Somos humanos y todas las cosas que vienen a diario a nuestra vida pueden ser buenas o malas, las buenas las aceptamos con mucha alegría, glorificamos a Dios y le damos gracias; pero para las malas tenemos que estar preparados e igualmente, y aunque sea muy difícil, alabar a Dios y decirle a nuestra alma, ¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando. Salmo 42:5, muchas veces en el silencio de mi habitación confesé este salmo y cada vez que lo hacia Dios me daba la fuerza para seguir adelante, aun cuando hacia adelante no viera nada, solo daba pasos de fe, confiando en que en algún momento saldría de este desierto tan árido.

Pero estas palabras son para aquellos que hoy han pensado en tirar la toalla y decirle a Dios: «No cuentes más conmigo» ¡Si SE PUEDE! y yo mismo soy testigo y doy fe de eso.

Y les voy a decir por qué si se puede.

Mira por un momento atrás, hace 2000 años y colócate en aquel grupo de personas aglomeradas viendo pasar con una gran cruz a este hombre que muchos trataron de loco, juzgaron y vituperaron; vete allí por un momento y respira estas palabras de Jesús: “Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quedaos aquí y permaneced despiertos conmigo. Y adelantándose unos pasos, se inclinó hasta el suelo y oró, diciendo: –Padre mío, si es posible, líbrame de esta copa amarga: pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú” Mateo 26:38-39. Sé que de alguna manera has dicho estas palabras al sentirte tan triste y abrumado por todo lo que ha pasado en tu vida, pero te tengo una palabra de aliento; Jesucristo, Tu Salvador, también se sintió como tú te sientes hoy, también quiso renunciar como tú lo quieres hacer hoy, pero prefirió hacer la voluntad de su Padre, siguió adelante y te libro a ti y a mí de una condenación sin salida.

Imagínate por un momento que hubiera pasado si Jesús finalmente hubiera dicho: “No dejemos esto así más bien, esto está muy duro, pa’ mande por mi” ¿Qué sería de la humanidad? Pero Él lo hizo por amor a ti y a mí, a pesar de que verdaderamente todo lo que él tuvo que pasar, ni tú, ni yo, seriamos capaces de hacerlo.

¿Es tu dolor más grande que un azote hecho a Jesucristo? ¿Es tu aflicción más grande que la de Jesús en el monte de Getsemaní? ¿Son tus heridas más profundas y dolorosas que las que padeció Jesús por amor a ti? ¿Es tu deseo de renunciar a todo más fuerte que el de Jesús? Si no es así, y como se que no lo es, entonces es hora de decirle a Dios: “¡NO! NO LO HAGO, NO TE ABANDONO PORQUE TU NO ME HAS ABANDONADO, NI ME ABANDONARÁS NUNCA, VOY A CREER EN TI Y TU HARÁS, VOY A CONFIAR EN TI” Enfrenta ahora mismo esos gigantes que te tienen cegado, párate firme en el Nombre de Jesús y vence lo que hasta ahora parecía invencible en tu vida, no le des lugar a Satanás, colócate la armadura, levántate, lucha y sigue adelante; porque arriba tienes a un Dios que te ama, te esfuerza, te ayuda, te dice que no tienes por qué temer nunca, Dios está a tu lado esperando que le digas: “¿Dios estás conmigo?» ¡Sigamos adelante! Ahí es donde lograrás el aplauso del omnipotente Dios que te dice:

“Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes, porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas.”

Josué 1:9

Y confiesa estas hermosas palabras:

“Y esperaré pacientemente, aunque la duda me atormente, yo no confío con la mente, lo hago con el corazón; y esperaré en la tormenta, aunque tardare tu respuesta, yo confiaré en tu providencia, tu siempre tienes el control”

Jesús Adrian Romero – Esperar en ti.

Que en el Nombre Todopoderoso de Jesús, Tú vida sea levantada.

Autor: Juan Carlos Vidal

Escrito para www.devocionaldiario.com

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