¿Qué hacemos cuando viene un momento de injusticia?

¿Qué hacemos cuando viene un momento de injusticia?

David mientras  caminaba decía: “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob…Que hace justicia a los agraviados y da pan a los hambrientos…”, Sus salmos eran el producto de su imaginación. Porque hay personas que llenan su mente recordando la injusticia, pero los hijos de Dios, no llenamos la mente recordando lo que nos hicieron, sino recordando lo que Dios nos va a poner en las manos.

David menciona en ese Salmo a Jacob, porque recuerda que Dios lo había sacado de muchos problemas. Dice la historia bíblica que Jacob vivió trabajando para su suegro Labán durante veinte años. Y llegó el día que Jacob decidió irse a vivir a la tierra de donde había salido. El suegro, que era un egoísta, no quería que se fuera, no por algún ardiente afecto hacia Jacob o hacia sus hijas, sino por el daño que sufrirían sus intereses. Él sabía que las bendiciones del cielo reposaban sobre Jacob, y que su ganado había aumentado maravillosamente bajo su manejo.

La gente te pudo haber usado, para obtener ganancias a fuerza de tu trabajo, pero pronto Dios te va a sacar, porque toda situación de injusticia para los hijos de Dios, es momentánea.

Entonces Labán, decidió negociar con su yerno para que se quedase un tiempo más con él. Los pastores orientales reciben por salario no dinero, sino cierta parte del aumento o producto del rebaño. Por eso Jacob hizo una propuesta: “Yo pasaré por todo tu rebaño, poniendo aparte todas las ovejas manchadas y salpicadas de color, y todas las ovejas de color oscuro, y las manchadas y salpicadas de color entre las cabras; y esto será mi salario”.

Jacob trabajaba con el suegro; los manchados, rayados y listados eran siempre para Jacob y los otros lindos  para Labàn, pero Jacob ponía unas ramitas cerca  de las ovejas y cabras y ellas miraban las ramitas y entraban en celos,  y se multiplicaban!

Ahora por esta idea de oro que le dio Dios, por medio de un ángel, Jacob se había transformado en un hombre rico.

Los hijos de Labán decían: “Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre, y por eso, ha adquirido toda esta riqueza” y Labán también estaba mal con Jacob. Por lo cual Jacob habló con sus mujeres y les dijo: “ustedes saben que con todas mis fuerzas he servido a su padre; y su padre me ha engañado, y me ha cambiado el salario diez veces; pero Dios no ha permitido que me hiciese mal”.

¿Cuántos están pasando por una situación de injusticia en lo económico, un juicio trabado, una calumnia, una mentira, una injusticia emocional, espiritual, o social?

Una de las cosas que tenemos que hacer cuando vienen las injusticias es llenar la mente de la Palabra de Dios.

El ángel de Dios le dijo a Jacob: “…Yo he visto todo lo que Labán te ha hecho. Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto.”

Mantener el voto significa, vivir conectado a Él. Cuando viene una situación de injusticia, hay que  unirse con él y mantener la calma, y cuando uno se conecta con el Señor, el Señor te da esa paz, que sobrepasa todo entendimiento. Y cuando uno le da permiso para que llene la vida, él va a hacer en nosotros todo lo que nosotros no podíamos hacer.

Después de todo lo sucedido, Jacob se marchó con toda su gente, pero sin avisarle a Labán. Entonces éste al enterarse lo empezó a perseguir. Y vino Dios a Labán en sueños aquella noche y le dijo: “Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente”

Hasta que Labán lo alcanzó a Jacob y lo reconvino por esto. Pero Jacob le contestó: “Si el Dios de mi padre, Dios de Abraham y temor de Isaac, no estuviera conmigo, de cierto me enviarías con las manos vacías; pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche”.

¿Qué tenemos que hacer cuando viene un momento de injusticia? meditar en la victoria. Todo lo que Dios me prometió va a llenar mi mente, “meditar” quiere decir, imaginar que todo lo que Dios me prometió, va a venir a mi mano!

 Muchos años atrás, y antes de encontrarse con su tío; Jacob había llegado a un cierto lugar y allí se acostó, y puso una piedra como almohada, y tuvo un gran sueño, una visión, una escalera que desde la tierra se extendía hasta el cielo. Y en la parte superior de la escalera estaba el Señor, que le dijo: “la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia”.

Entonces Jacob tomó la piedra que había puesto de cabecera,  y la alzó por señal, y derramó aceite sobre ella. Y edificó allí un altar y entre otras cosas dijo: “si volviere en paz a la casa de mi padre, Jehová será mi Dios”. Y así fue, porque el Señor no olvida ninguna de las palabras con que nos hemos ligado a él. Jacob había salido solito con su cayado y ahora se encontraba rodeado de familia, de ganado y de riquezas. Puede pasar el tiempo, y muchas cosas nos pueden suceder en el camino; pero el Señor responderá con un Sí y con un Amén a todo lo que nos prometió.

Autora: Silvia Truffa

Escrito para www.destellodesugloria.org

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