Los hijos de Dios se conocen por sus frutos y no por las obras
LOS HIJOS DE DIOS SE CONOCEN POR SUS FRUTOS Y NO POR LAS OBRAS
Es fácil darnos cuenta quién está de parte de Dios y quién está de parte de Satanás, a veces nos basta con observar el comportamiento de una persona o con escuchar lo que habla. De un árbol bueno no pueden salir malos frutos y de un árbol malo no pueden salir buenos frutos. Mateo 7:18.
Muchas personas consideran que los frutos de los que habla el Señor se “miden” por las obras que se realizan para una iglesia, el liderazgo o servicio que se ejerce en una congregación, los dones y talentos que una persona posee, el conocimiento que una persona tiene de la palabra y la vida piadosa que ejerce (oración, ayuno, adoración, alabanza, etc.), el número de almas alcanzadas para el Reino Celestial, la construcción de gigantes edificios a los que llaman “iglesias” o la ejecución de grandes obras ministeriales.
Los hijos de Dios se conocen por sus frutos y éstos demuestran en gran medida quiénes somos y de parte de quién estamos, estos frutos son: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a otros. Gálatas 5:22-26 (Nueva Versión Internacional).
Si el nivel de crecimiento espiritual en Cristo Jesús, se pudiera medir por las obras, entonces congregaciones de diferentes doctrinas llevarían la ventaja, pues existen iglesias que cuentan con miles y miles de miembros ¿tendríamos que decir entonces que los más espirituales son aquellos que lideran grandes congregaciones? suena absurdo, si esto fuera así las personas entonces se dejarían llevar por estadísticas y seguirían a cuya iglesia representa mayor crecimiento, sin importar hacia dónde los guíen eternamente, en lugar de seguir a Jesucristo. De nada vale construir grandes iglesias y llenarlas de personas “fieles” si los frutos del Espíritu Santo no se están cosechando, de nada vale hacer grandes obras en nombre del Señor si los frutos del Espíritu Santo no se ven reflejados en nuestra vida.
Cada uno de nosotros deberá rendir cuentas delante de Dios, de cada pensamiento, palabra y acción; de Él nadie se puede burlar, a Él no se le puede engañar con obras ostentosas a las que se le atribuye su respaldo, “los hijos de Dios se conocen por sus frutos y no por las obras”, la prosperidad de las obras no necesariamente significa, aprobación delante de Dios.
Siempre que damos buenos frutos estamos testificando de la naturaleza divina de nuestro Padre Celestial, de su Hijo Amado Jesucristo y de su Precioso Espíritu Santo; pero cada vez que damos malos frutos estamos dando testimonio de la naturaleza pecaminosa, cuyos frutos se conocen bien y su padre también: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:19-21 (Nueva Versión Internacional).
¿Qué frutos estás dando?
¿De parte de quién estás, de Dios o de Satanás?
Podemos saber quién es hijo de Dios, y quién es hijo del diablo: los hijos del diablo son los que no quieren hacer lo bueno ni se aman unos a otros.
1 Juan 3:10 (Traducción Lenguaje Actual).
¿De quién eres hijo(a)?
Vivamos conforme al Espíritu y no seguiremos los deseos de la naturaleza pecaminosa, Dios será el centro de atención y nosotros tendremos la mejor recompensa, la vida eterna. Amén.
Autora: Marisela Ocampo Otálvaro
Escrito para www.destellodesugloria.org