¿Vergüenza Internacional?
¿Vergüenza Internacional?
Hoy vi un video que me impactó. Hablaba de un país al que se refería como “vergüenza internacional”. Comenzaba hablando de los tres o cuatro últimos presidentes, que había tenido ésta nación. Resaltaba las fallas de cada uno de ellos. Según lo expresado, ninguno había cumplido con las expectativas que el pueblo había albergado, respecto al desempeño de sus dirigentes. Con ésta premisa, sólo cabía una conclusión: El problema, no era de los líderes políticos, sino de la “materia prima” con la que ellos trabajaban, es decir: Los ciudadanos. Si los cambios en las actitudes y en su accionar, no se daba en cada uno de los habitantes, era imposible mejorar en todos los aspectos, como nación.
De no ser por la bandera que aparecía en dicho material fílmico, hubiese creído que se trataba de mi país de origen, o del país en el que vivo, al cual migré hace ya muchísimos años, e incluso a cualquier país de América Latina. En realidad, en la medida en que avanzaba el material, las lágrimas me iban desdibujando las fronteras, las nacionalidades, las características étnicas y culturales. No diferenciaba razas, ni credos, ni color. Esa “viveza,” para lograr sobrevivir pisoteando leyes y principios morales; ésa actitud ladina para torcer lo establecido como norma social o ciudadana, sólo me llevó a pensar en el ser humano;¡en la más profunda esencia de su naturaleza caída!
“Porque cual es el pensamiento del hombre en su corazón, tal es el” (Proverbio 23:7) y “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón , saca lo bueno, y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo” (Mateo 6:45)
El video terminaba instándonos a buscar denodadamente al culpable de tan nefasta situación. Nos animaba a mirarnos en el espejo, para ver allí la culpa reflejada en cada uno de nuestros rostros. Por supuesto amados, yo fui confrontada por mi espejo: “La bendita Palabra de Dios”. Allí encuentro, que los que decimos tener la luz, los que estamos en comunión con El, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. (1 Juan 1:6) Lo que hacemos, muchas veces es tan fuerte, que no dejamos que se oiga lo que decimos. Nuestro accionar, debe estar acorde a lo que profesamos. No esperemos gobernantes honestos, e incorruptibles, cuando los hijos de Dios, no devolvemos al almacenero el dinero que nos dio de más por error. Alguna vez envié de vuelta a mis hijos a la despensa, a devolver un huevo que vino de más. Al comprar una docena, vinieron trece huevos…
Así, en las pequeñas acciones, desarrollamos la honestidad. El vivir en santidad agrada al Señor, el nos manda a ser santos, porque El es santo (1Pedro 1:15-16) Cuando los hijos de Dios actuamos mal, le causamos en alguna manera, a El y al mundo, también una “vergüenza internacional”, porque somos:
¡Embajadores del Reino de los Cielos! Tú y yo mi hermano y hermana, ¡tenemos el alto honor de pertenecer al cuerpo diplomático de la Patria Celestial!
Autora: Estela Schüsselin
Escrito para: www.destellodesugloria.org
MUY BUENO Y GRACIAS … BENDICIONES Y VICTORIAS