Devocional – Alegría o gozo

Alegría o gozo

Hay quienes escriben sobre la alegría y la familia. Y está bien que lo hagan. Ambas cosas son fundamentales para la vida y la salud de las personas. Pero hay una realidad que es propia de la naturaleza heredada de Adán que tenemos los seres humanos: es que no existe una alegría duradera, permanente, eterna. Sólo momentos felices o alegres toda vez que el asiento de la alegría no es otra cosa que el alma humana, el soporte de las emociones. Las emociones varían, las alegrías suelen dar paso a las tristezas. La alegría es necesaria y saludable para nuestras vidas, pero es una emoción humana. Nada más que eso.

Asimismo, una buena familia es el refugio donde hallamos contención, afecto. Donde crecemos, aprendemos valores, a ser hombres y mujeres útiles a la sociedad y a Dios. Pero las familias como parte de la naturaleza humana que son, son susceptibles de romperse, dividirse, resquebrajarse. No existe una familia que dure una eternidad. En el mejor de los casos, sus miembros logran permanecer juntos y unidos hasta que la muerte los separa. Es cierto que a veces las familias se achican, se separan con el feliz evento de la partida de los hijos cuando alcanzan una mayoría de edad para formar una nueva familia.

Pero sin importar las numerosas razones felices o tristes que las circunstancias nos deparen, la realidad es que las familias no pueden escapar al inexorable ciclo de la vida. Se extinguen con el tiempo. Al igual que la alegría, son parte de la naturaleza humana.

Nosotros en cambio, preferimos hablar de Gozo en vez de alegría. De Hogar Celestial en vez de familia. Son cosas mucho más profundas, toda vez que éstas ya no tienen su asiento sobre bases naturales, humanas, sino que provienen directamente de la Gracia de Dios. Se puede tener gozo en circunstancias adversas, no así alegría. La morada y la gran familia que Dios tiene lista para quienes le aman y creen en El, muy distinta de la que conocemos hoy, es Eterna, incorruptible, definitivamente trasciende las leyes de la naturaleza.

Ambas cosas exaltan a quien debe ser exaltado: no a la naturaleza humana, sino a Dios.

«puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios».

(Hebreos 12:2 RV60)

«En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros».

(Juan 14:2 RV60)

«Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad».

(1 Corintios 15:53 RV60)

Autor: Luis Caccia Guerra

Escrito para www.devocionaldiario.com

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