Reflexión: El Principio de la Sabiduría

EL PRINCIPIO DE LA SABIDURÍA

Lectura: Salmos 111:10

Por favor cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.

La sabiduría ha sido un tema de discusión recurrente en toda la historia de la humanidad. La búsqueda de la verdad marca nuestra existencia como seres humanos y demuestra nuestra diferencia frente a las demás cosas creadas.

Nuestro raciocinio y curiosidad, además del profundo vacío existencial que habita (o habitaba) en nuestro corazón por conocer la razón de nuestra existencia; nos lleva a preguntarnos acerca de la razón de ser de las cosas, la existencia, la esencia, el origen, el futuro y muchas otras dudas que han forjado variedad de escuelas filosóficas, culturas y religiones en todas las partes del mundo y en todas las épocas de la historia.

No encuentro una mejor definición de sabiduría que la búsqueda de la verdad. Los niños retratan muy claramente el deseo humano por adquirir nuevos conocimientos. Un niño, constantemente, pregunta a sus padres la razón de ser de las cosas que ve, se asombra con la naturaleza e indaga, constantemente, todo lo que lo rodea. El asombro y la curiosidad (entendida como la búsqueda de una respuesta a una pregunta) son parte de nuestra naturaleza humana; sin embargo, cuando crecemos el asombro se va evaporando y es reemplazado por la monotonía y la costumbre, y, por consecuencia, la curiosidad también muere, y con ella la sabiduría.

La sabiduría muere de diversas maneras: Cuando nos acostumbramos a la vida (es decir, cuando la vida se vuelve algo rutinario y monótono), cuando reemplazamos la búsqueda de la verdad por el orgullo y la falsedad, cuando preferimos la mentira a la verdad, porque es más cómoda; entre otras circunstancias que asesinan la sabiduría; me gustaría añadir otra, la religiosidad (es decir, vivir de tradiciones y no de convicciones).

Para empezar a recorrer el camino de la sabiduría debemos entender su principio. Haciendo alusión a una historia de Jesús, le pido que imagine a un hombre necio que construye su casa sobre la arena y a uno prudente que la construye sobre la roca; la arena es endeble, por tanto la casa que estaba sobre la arena se cayó; pero la roca es firme, por tanto la casa que estaba sobre la roca permaneció. Si empiezas a construir tu vida basada en el principio de la sabiduría erróneo, te va a ir muy mal; pero si la empiezas a construirla basada en el principio correcto de la sabiduría, tendrás una vida próspera y bienaventurada.

La sabiduría es el arte de saber vivir.

Ahora quisiera llamar su atención respecto a algunos elementos que la palabra de Dios nos muestra respecto a la sabiduría:

1. “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;…”

¿Quieres encontrar la verdad? ¿Quieres vivir una vida próspera y bienaventurada? Comienza por reconocer la soberanía de Dios.

El temor de Jehová se refiere al reconocimiento de su gloria y de su soberanía; se refiere a reconocer que nosotros solo somos humanos pero que Él es Dios eterno y, por tanto, su gloria es eterna y estamos sometidos a toda palabra que sale de su boca, pues todo lo que sale de su boca es la verdad.

Todo aquél que sirve a otro dios fuera del Dios vivo está desenfocado y no tiene sabiduría en su corazón, sino que se ha apartado de la verdad. Vivimos en un mundo donde los hombres se creen dioses y piensan en su corazón que no hay Dios; paradójicamente, a esta sociedad se le ha llamado “la sociedad del conocimiento” pero en realidad cada vez la humanidad es más (si permiten la expresión) estúpida y se aleja más de la verdad, prefiriendo vivir una mentira cómoda que nos llevará a ser como Sodoma y Gomorra (si no es que ya lo somos). El orgullo de sus corazones los ha cegado, creen que pueden vivir sin Dios e ignoran la grandeza de sus obras. Viven una vida miserable e intentan construir su propia torre de babel que llegue hasta el cielo; pero se darán cuenta que solo son creación y que no hay nadie que pueda hacer frente al Dios vivo.

Permítanme decirles que entre más pronto lo reconozcamos será mejor para nosotros. Él es Dios, Él es el que manda, Su reino se expande hasta más allá de los límites del universo; su nombre es Jehová, Él es el único Dios verdadero y su gloria llena toda su creación. Si sabemos esto, somos bienaventurados y la luz de la verdad y la sabiduría alumbra en nuestro corazón; pero si preferimos ignorar la majestuosidad de Jehová no somos más que tontos creyéndose sabios. EL PRINCIPIO DE LA SABIDURÍA ES RECONOCER LA SOBERANÍA DE JEHOVÁ.

2. “Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos;…”

Nuestros padres establecían reglas que eran incómodas para nosotros, pero que eran para nuestro beneficio; y sabíamos muy bien que si desobedecíamos esas reglas nos iba a ir muy mal. Lo mismo pasa con Dios, Él es nuestro padre y nos dejó normas que debemos seguir. Si, humildemente, nos sometemos a su Señorío y obedecemos sus reglas nos va a ir muy bien en la vida; pero si, orgullosamente, nos desviamos para vivir una vida sin reglas y sin consejo nos va a ir muy mal en la vida. He ahí la diferencia entre un sabio y un necio, no es que uno sabe más que otro, es que uno obedece el consejo y el otro no.

3. “Su loor permanece para siempre.”

La gloria de nuestro Dios es eterna, ante su presencia el cielo y la tierra tiemblan, por su palabra fueron creadas todas las cosas. ¡Cuán grande es su poder! ¡Cuán grandes son sus obras! El mar huye ante Él y las montañas saltan al verlo, los cielos se estremecen y la creación a su voz obedece. Reconocer su majestuosidad y poder es el principio de la sabiduría.

Quisiera, por último, hacerles entender que Dios es nuestro Papá, y Él nos ordena hacernos como niños. Hacernos como niños significa volver nuestros corazones a la obediencia, la pureza y la confianza. La obediencia a sus mandamientos y estatutos, la pureza y la sinceridad de poder ser nosotros mismos ante Dios, sin apariencias ni engaños; y la confianza de saber que tenemos un Padre Celestial que nos cuida y nos ama.

Volvamos nuestro corazón a Dios y busquemos, diligentemente y como niños, la verdad que viene de su palabra. Asombrémonos con las obras de sus manos, gocémonos en su salvación y en su amor, Amémoslo con todo el corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Solamente Él es capaz de saciar por completo el hambre de significado que existe en el corazón del hombre. Solamente Él puede restituir nuestra vida al plan original para el cual fuimos creados, llenándonos de propósito y plenitud de vida en Cristo Jesús.

Autor: Juan Felipe Caro Valencia

Escrito para www.destellodesugloria.org

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