La mujer de sus sueños – Parte 3 – ¿El respeto se gana?

La mujer de sus sueños parte 3

¿El respeto se gana?

Escrito por Lilo de Sierra

El respeto se gana

“Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras, 2 al observar su conducta íntegra y respetuosa”.

(1 Pedro 3: 1 – 2 NVI)

Insultar, humillar, despreciar, ridiculizar, abrumar, ´cantaletear´ y descartar a nuestros esposos, es inaceptable para el Señor. No interesa si tienes o no justificación para éste tipo de comportamientos, tu esposo es un hijo de Dios, fue creado por una razón, vale la sangre de Cristo al igual que tú y en verdad sino comienzas a creer en Él es muy probable que el enemigo se aproveche de ésta situación y ponga en su camino, alguien que si lo haga.

Responde las siguientes preguntas a conciencia: ¿Lo que vives en tu matrimonio es lo que querías?, ¿Deseas el divorcio?, ¿Quieres que te deje y se case con otra persona?, ¿Estás dispuesta a llevar sola la carga de tu hogar?,¿Estás dispuesta a que tus hijos vayan de una casa a otra?, ¿Eres la esposa que Dios te ha llamado a ser?.

Dios nos ordena en su palabra someternos a él en TODO; no dijo solo cuando esté de buen genio o cuando te de regalos, o haga lo que a tu parecer debe hacer, dijo en TODO y eso incluyen los momentos en los que sus acciones desatan una tormenta espiritual en nuestro interior.

Tu esposo no es Dios para satisfacer tus necesidades. Nos fueron asignados roles desde el momento mismo en el que fuimos creados. Efesios 5:33 (NVI) nos exhorta a lo siguiente: “En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo”. Nuestros esposos anhelan ser respetados tanto como nosotras queremos sentirnos amadas.

Tener desacuerdos es normal al interior de un hogar; es una realidad que no siempre el amor nos brota a flor de piel, Dios te puede dar el poder para respetar a tu esposo aun cuando quieras lanzarlo por la ventana. La mujer soñada de todo hombre, lo honra, lo prefiere, lo estima, lo venera, lo anima y lo admira; exhorta con suavidad y dulzura, expresa sus puntos de vista, pero le permite tomar sus propias decisiones sin criticar, sin dudar, apoyándolo especialmente en público.

Nuestros esposos, tienen la responsabilidad de ser cabeza, autoridad y sacerdotes de nuestro hogar. No siempre ceder a nuestro egoísmo es perder, por el contrario avanzamos pasos agigantados, cuando permitimos que ellos tomen el lugar de prominencia en el que deben estar en nuestra casa. Dios nos creó para muchas cosas buenas, pero les aseguro que ser líderes en nuestro hogar, no es una de ellas.

“Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo”.

(Efesios 5:22 – 23 NVI)

Dios es un Dios de orden. Ha llamado a nuestros hombres a ser líderes, pero no los dejamos cumplir con ese llamado. Es un desafío mantener la unidad en un matrimonio cuando imponemos nuestros deseos a toda costa; menoscabando, menospreciando y pisoteando la autoridad de su esposo delante de nuestros hijos. Cuando esto llega al punto más álgido de la historia, es cuando él asume una posición indiferente ante tus demandas, se preocupa más por sus cosas y se mantiene al margen de tus necesidades, como mecanismo de defensa ante tus ataques  y continuas faltas de respeto.

Déjalo ser autónomo en sus decisiones, finalmente él es responsable del Señor sobre los resultados de las decisiones que tome. Si se equivoca, debemos estar listas para levantarlos y esforzarnos por no hacerlos ver como unos perdedores. Ellos cuentan con nosotras como su bastón y ayuda idónea.

Respetar a Juan Carlos, meterme en sus zapatos, tratar de entender que no puedo hacer lo que a  él le corresponde y confiar en su criterio, es todo un reto para mí. Soy altiva y dominante como la santandereana que soy; las pruebas me han hecho una mujer de carácter fuerte y menguar para que mi esposo crezca, es difícil pero no imposible. Sé que si nos lo proponemos, juntas podemos lograr el equilibrio y al final reiremos juntas por la victoria de ver restaurados nuestros matrimonios, disfrutando del gozo del Señor en nuestra relación de pareja.

¡Respetar a nuestros esposos es un mandato, no hacerlo es una afrenta a nuestro Dios!

Continúa…

Escrito para www.destellodesugloria.org

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