Reflexión: El tazón de madera

Un Destellito En Las Manos De Dios

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A veces las personas hacen cosas, que están muy lejos del amor que se debe tener al prójimo. Destellito los invita a conocer la siguiente historia: Un pariente, ya anciano, fue acogido por una familia para que viviera con ellos; las manos le temblaban, caminaba con dificultad, y no veía bien. La familia acostumbraba a cenar juntos, y al abuelo se le caía la comida, la cuchara iba a dar al suelo, y derramaba la leche sobre el mantel. El matrimonio, decidió no soportar más la situación, y colocaron, en un rincón del comedor, una mesa para una persona, y allí pusieron al anciano para que se alimentara, y le regalaron un tazón de madera para la leche; nuevamente la familia fue feliz comiendo juntos, de vez en cuando miraban al abuelo, al que todavía se le caía la comida, la cuchara iba a dar al suelo, y derramaba la leche del tazón.

Una tarde, el padre de familia, observó que su hijo pequeño procuraba hacer algo con algunos trozos de madera, “¿Qué quieres hacer con esos trozos de madera?”, preguntó. “¡Ah¡, voy hacer dos tazones, uno para ti y otro para mamá, para que puedan tomar leche cuando yo crezca”.

El Tazón De Madera

El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.Romanos 12:9. El amor…es benigno… 1a Corintios 13: 4.

No hay término medio para amar, declara Destellito. Amar, jamás puede depender de alguna circunstancia o condición. La historia habla de un amor fingido, no sincero, que en apariencia era bondadoso al ubicar al anciano en otro lugar del comedor, y que tuvo su mayor manifestación en el regalo dado, un tazón de madera. Un tipo de amor que estaba muy lejos de la bondad. La lección del pequeño es una llamada de atención que pretende alcanzar a todos los hijos e hijas de Dios Creador. Hay que seguir el ejemplo de Jesús, el Amor en Persona. Resulta triste saber, que personas conocedoras de la Verdad, no aman como se debe y no lo reconocen, procurando mediante regalos o atenciones disfrazar un sentimiento que no es sincero.

Por Oscar Olivares Dondero

Escrito para: www.destellodesugloria.org

 

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