¿Cómo escuchaste el despertador si estabas dormido?
El cuerpo sigue al alma y al espíritu. Adán y Eva tenían un espíritu perfecto que era su naturaleza profunda, con la que hablaban con Dios, no había envidias, locuras ni miedos. El cuerpo era perfecto no había artritis, ciática, ni lumbalgia. Solo había que respetar una ley: “si me obedecen va a andar todo bien, yo quiero que sean libres” pueden comer de todos los árboles menos del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Puso esa ley para que ellos pudiesen elegir, no quería robots. Para que haya libertad tiene que haber decisión.
Satanás les dice a Adán y Eva: “Dios te está reprimiendo, escondiendo cosas lindas”; a Eva la engañó, al hombre ni hubo que engañarlo, la mujer sólo le dijo: “toma, come”. Decidieron alejarse de Dios, y ¿qué pasó? se murió todo:
El espíritu: la parte que se comunicaba con Dios, quedó desconectada.
El alma: empezaron los problemas emocionales.
El cuerpo: iba a volver al polvo.
Físicamente, ese día no murieron, murieron espiritualmente, y le dieron la espalda a Dios.
El espíritu nuestra parte profunda se murió y el alma se fracturó en dos partes.
Ahora el alma empezó a mandar al ser humano, Dios nos creó para que el espíritu le ordene al alma y al cuerpo. Pero al morirse el espíritu, el alma se puso delante del carruaje. Nacemos con el espíritu muerto y con un alma fracturada en dos partes (carnal e inmadura) que manda al cuerpo y al espíritu dormido. Hay una parte del alma que es sana; evalúa, piensa, reflexiona.
Personalidad carnal:
La parte carnal es parte de nuestra alma caída, la vieja naturaleza quiere lo malo, el pecado: “dale una trompada a ese que te molesta”, “échate una canita al aire”, (es envidiosa, conflictiva). En Gálatas 5 habla del fruto de la carne; esa parte quiere estas cosas, quiere comer del pecado.
Cuando peco, me viene la culpa, pido perdón. Si sigo pecando me siento con poder, ya es un hábito pecaminoso, ya no se trata de confesar porque lo vuelvo a hacer, ahora el pecado está arraigado y se hizo un hábito, una adicción, el pecado es un hábito de poder. Se te mete de tal manera que a ti no te importa nada ni nadie; el cerebro está fracturado, funciona de una manera y de otra. La parte carnal tiene hambre quiere comer (todo lo malo viene de allí).
Personalidad Inmadura:
Estado de “estupidismo”: es la parte que le gusta recibir, “quiero que me atiendan”, “nunca me bendicen”.
Es reactiva: “no me saludaron”, “no me llamaron” y se enoja.
Es una parte cambiante: busca agradar a todos, le echa la culpa a la gente; “tienen la culpa mis hijos, mi marido”
Es la que grita: “me van a atender ahora”, “yo viví cosas muy feas”.
Idealiza: “toqué el púlpito”, “ese predicador es único”, “como esta iglesia no hay otra”.
La inmadurez te enferma, por eso Juan 15 habla de que, si llevamos fruto, seremos “podados” en aquellas cosas que deben salir de nosotros para crecer y madurar.
El alma no es mala; hay una parte buena que tiene que crecer, y otra tiene que morir.
El alma es emocional y el espíritu es espiritual. Puedo adorar con el alma; hay algunos que cantan, pero no adoran porque todavía no conocen bien lo espiritual.
¿Quiere decir entonces, que el alma no sirve? Por el contrario: debo amar a Dios con toda mi alma, mi hambre espiritual nace también en mi alma, cuando escucho, la Palabra entra por mi alma hasta mi espíritu.
3 cosas que pasan en el espíritu cuando recibimos a Cristo:
Te da revelación: no va a tu alma, va a tu espíritu. Al alma va la información, la revelación va directo a tu espíritu.
Comunión: adoro, oro, es una experiencia del espíritu “el Padre busca verdaderos adoradores”; no hay que juzgar cuando alguien llora, porque puede ser del espíritu. Pablo dijo: “nadie me juzgue, cada uno mire su propia vida.
Poder: la fe nace de tu espíritu, tu vida cambia. La creencia nace de tu alma “hasta el diablo cree”.
Dios nos dejó el manuscrito para que nutra nuestro espíritu y no nos dejemos llevar por todo el mundo. Hay gente almática con la que nos llevamos bien pero hay un punto en el que no conectamos. Cuando la carne está muerta, el alma crece y tu espíritu gobierna, somos del reino del espíritu; “mi reino no es de este mundo, vine a cambiar al mundo, cambiaré su mente”.
Al inmaduro nadie le puede enseñar, porque es necio: cree que “ya se las sabe todas”. Por esto mismo cree que él es su mejor consejero y no soporta que alguien le diga lo que tiene que hacer, entonces no se sujeta a nadie.
El maduro: aprende de todos, busca mentores que ya lograron lo que el anhela alcanzar, no teme pedirles consejo, porque sabe que ellos le pueden ahorrar años de sufrimiento.
El Espíritu Santo nos da los clavos y el martillo para crucificar la carne. “niéguese a sí mismo” (no nuestra autoestima) que muera la parte carnal, cada día hay que crucificar la carne. Solo Jesús da vida al espíritu. Su amor nos hace exclusivos, tu vida espiritual es exclusiva. El Señor dijo: “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu…”separa el alma del espíritu, para que así el espíritu pueda gobernar y sea fortalecido para que tome el control de nuestra alma.
Autora: Silvia Truffa
Escrito para www.destellodesugloria.org