Hay un instrumento que Dios ha escondido dentro de nosotros
“Quiero amarte Señor
Con todo lo que soy
Cada día mis labios te darán el honor
Tu presencia busqué
Y tu gloria encontré dentro de mí
Viviré para darte el honor”.
Esta es la estrofa de una alabanza que describe muy bien el poder interior que tenemos los hijos de Dios, para hacer que ocurran cosas grandes y maravillosas en nuestra vida. Porque dentro de nosotros Dios puso Su Gloria. Y nosotros la manifestamos a través de la alabanza.
En el libro de Isaías dice: “El que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy”.
Los que vivimos tenemos el privilegio de declarar el poder de Dios y rodearnos de Su Presencia, cada vez que lo alabamos con todo nuestro corazón. La Escritura dice: “Que Él habita en medio de la alabanza de su pueblo” o sea Él vive en medio de un pueblo que lo adora en Espíritu y en Verdad.
Cuenta la historia bíblica acerca de un rey llamado Josafat, él era de la tribu de Judá que significa: “Que Dios sea alabado”. Este rey se encontraba en un grave problema; un pueblo enemigo muy numeroso, lo venía a atacar, por lo que él, siendo un hombre piadoso decidió consultar a Dios y le dijo: “Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? ¡Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos”.
Dios tenía una respuesta insólita para este rey, le dijo que él no hiciera nada, que se quedara quieto; pues Dios mismo pelearía contra los enemigos de Judá. Y el método que utilizó, fue ni más ni menos que el de LA ALABANZA.
“Y se levantaron los levitas para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz. Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros”.
Jesús viene de la tribu de Judá. La alabanza te cambia la vida. Te hace libre de la gente. Satanás antes de serlo, era un arcángel importante y él adoraba, con instrumentos de cuerda, percusión y viento. Pero había un instrumento que no tenía: el de metal.
Por eso Dios le dijo a Moisés que haga una trompeta de plata. ¡Hay un instrumento que Dios ha escondido dentro de nosotros, se llama la alabanza, que destruye los poderes del infierno!
Termina la historia de Josafat diciendo: “Y todo Judá y los de Jerusalén, y Josafat a la cabeza de ellos, volvieron para regresar a Jerusalén gozosos, porque Jehová les había dado gozo librándolos de sus enemigos. Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y trompetas, a la casa de Jehová”.
Nuestras fuerzas se activan a través del gozo, porque el gozo de Dios es nuestra fortaleza.
En el cántico de Débora, la profetiza dice:
“Despierta, despierta, Débora. Despierta, despierta, entona cántico. Desde los cielos pelearon las estrellas, desde sus órbitas pelearon.”
Indudablemente hay algo que se tiene que despertar en nuestro espíritu para elevar nuestros cánticos al Señor. Es la única forma en que Dios dispone del ejército de los cielos, para librarnos de todo tipo de ataques. En este cántico dice: “Marcha, oh alma mía, con poder”, hay que ordenarle al alma, por medio del Espíritu. Porque nuestra alma es perezosa, pero las batallas se libran con pasión, con fuerza y con determinación. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y de dominio propio.
El texto que mencioné al principio dice: “en los íntegros es hermosa la alabanza”; o sea la belleza que tiene un tema musical para Dios, depende de cómo está nuestro corazón con Él. Para nosotros es hermoso cantar con instrumentos y que los que nos guíen en la alabanza canten bien, y eso es agradable. Pero para “sus oídos” NO ES SUFICIENTE, porque Dios en el cielo tiene millares de ángeles que le cantan todo el día. Pero en cuanto a nosotros, Él nos pone un requisito fundamental que no podemos obviar y es que tenemos que amarlo, con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas, pues eso hace que llevemos una vida sin nada que esconder. No vamos a la iglesia a alabarle por obligación, sino porque Él nos amó primero. Nuestra adoración debe llegar a su presencia como un perfume agradable, así como en la antigüedad, subía el incienso hecho con especias aromáticas. Ahora, ese grato aroma, es reemplazado por un corazón lleno de gratitud hacia Él.
Hay una atmósfera de victoria para nosotros. Cantaremos donde vayamos, estaremos constantemente celebrando, somos del equipo ganador. Todas las bendiciones nos van a alcanzar. Avivemos el fuego, la pasión, el entusiasmo, seamos llenos de Dios.
¡Tenemos una alabanza privada que tenemos que sacar afuera para ser libres y Dios sea nuestra fuente. No nos movemos por lo que vemos, nos movemos por la fe y antes de que sucedan las cosas, ya empezamos a festejar!
Autora: Silvia Truffa
Escrito para www.destellodesugloria.org