Te voy a cumplir tu sueño, en medio de lo peor
Abraham ya sabe cómo y cuándo, nace Isaac, había que cuidarlo era el hijo del sueño, del pacto, de la promesa, lo tenía que cuidar por nosotros también para que conozcamos al Señor. Cuando ya tiene todo le dice: “ahora quiero que vayas y mates a tu hijo”. Salvando las diferencias; es como si te hubiera dado la casa que tanto soñaste y luego te diga: “tienes que quemarla”. Cuando está por matarlo al hijo, el ángel le dice: “no lo hagas porque ahora Abraham yo te juro por mí que te voy a dar tres cosas”.
La idea no era matarlo a Isaac, era que Abraham muriera a lo que más amaba.
Dios le había dicho a Abraham: “recuerda que donde pises serás bendición” porque Dios juró que lo bendeciría grandemente ¡y sus hijos irían a las puertas que estaban en poder del enemigo y ellos las conquistarían! Por eso no hay que olvidar que: “en lo peor vamos a llegar lejos y cuando morimos al sueño y Dios es el primero en nuestra vida, ahí Él nos jura, que sin duda nos bendecirá, porque ahora estamos en un nivel superior de fe”.
Si Isaac moría, Abraham quedaría dolido; tiene que morir el sueño que has abrazado, para que Dios te jure que te bendecirá y que tu simiente conquistará las naciones. Este es el nivel del juramento de Dios, que nada ni nadie puede cambiar.
Cuando estás muerto le dices al diablo: “no me das miedo con tus amenazas, ¡porque ya no vivo yo ahora vive Cristo en mí!
David en un momento de su vida, “mete la pata”, se puso soberbio, hace un censo, cuenta los caballos, etc. y mueren 70.000 personas y él llora y se pone triste. Viene el profeta y le dice que haga un holocausto, entonces David va al campo de Arauna, David lo compró porque dijo: “esto me tiene que costar” hace el holocausto y Dios manda fuego, Dios está con los corazones quebrados que dicen: “Señor me equivoqué”.
Dios le dijo a Salomón: “lo vas a hacer al templo en el campo de Arauna. Yo voy a vivir donde tu papá David murió para mí a nivel espiritual, en ese lugar y en ese monte, fue donde Abraham había atado a Isaac, porque Dios vive con la gente que muere para él, ahí Dios hace su casa”.
“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él solo queda, más si muriere, mucho fruto lleva”.
El juramento de Dios te dice: “Te bendeciré, te bendeciré, grandemente, grandemente” (así se repetía el juramento). Donde pises serás bendición y tus hijos conquistarán lo que se propongan, porque me has dado tu sueño, subiste al nivel de los muertos en Cristo.
El peor momento de Jocabed fue cuando puso a su hijo en la canasta, y lo echó al río, el de Abraham cuando se le dijo que tenía que sacrificar a su hijo. Ambos recibieron muchísimo más de lo que entregaron. El cojo vio a Cristo, y fue sanado, porque Pedro y Juan estaban muertos en Cristo. ¡Lo que pises será de bendición porque tú eres la bendición!
En el momento del dolor:
- salen capacidades, recursos que ni tú sabías que tenías.
- hay una “limpieza de gente”, los que en los momentos de dolor más te exprimen, más unción te sacan.
- cuanto más te persiguen, más lejos vas a llegar.
- descubres nuevas prioridades.
Dios le dijo al profeta Habacuc: “escribe la visión, declárala, para que corra el que lea en ella”. Y luego Habacuc una vez que comprendió le dijo a Dios: “Van a pasar cosas muy difíciles, pero lo malo no me va a matar, voy a dar pasos pequeños y lo voy a alcanzar, me voy a calmar porque el capitán sigue estando en la popa de mi vida. ¡No me voy a morir antes, porque el que me dio el sueño, me dijo que lo voy a lograr!”
Autora: Silvia Truffa
Escrito para www.destellodesugloria.org