ES TU RESPONSABILIDAD
Es mejor reconocer nuestra falta, nuestra debilidad delante de Dios y humillarnos con un corazón sincero para que Él derrame su misericordia y su perdón sobre nosotros. Sin embargo, somos facilistas y cuando pecamos preferimos echarle la culpa a Satanás o al mundo y sus placeres, dejando a un lado el peor enemigo que tenemos “nosotros mismos”; sí, así es, nuestra carne es nuestro peor enemigo.
El Señor nos ha dado dominio sobre el pecado, somos nosotros los que decidimos abrirle las puertas para que entre y tome autoridad sobre nuestras vidas. Cada puerta abierta a la iniquidad, al pecado o a la maldad, es una autorización a Satanás para que haga con nosotros lo que quiera. Obviamente no podemos esperar nada bueno, si el que rige nuestras vidas es el príncipe de este mundo, de él nada bueno podemos esperar, él se delita en robarnos, matarnos y destruirnos. (Juan 10.10).
Cada vez que la tentación de pecar toque tu puerta, pregúntate sí estás tomando la decisión correcta; tú tienes capacidad y autoridad para elegir qué hacer, si pecar o no pecar. Dios nos dotó de libre albedrío, podemos elegir; eso sí, si tomas la decisión incorrecta prepárate para asumir las consecuencias de tu mala decisión, independientemente de si eres o no consciente de tu pecado. Si eres humilde y sensible a la voz del Espíritu Santo de Dios y has pecado, no te condenes, pero tampoco te relajes; ya sabes qué tienes qué hacer: arrepiéntete y apártate del mal, de lo contrario no esperes que las cosas empiecen a cambiar en tu vida. Recuerda, “es mi responsabilidad, tu responsabilidad, nuestra responsabilidad”, no de Dios, no de Satanás, no del mundo; es tu carne la que tiene que morir a ese pecado que estás cometiendo, es tu carne la que se deleita en pecar, es tu carne la que abre las puertas para que en tu vida pueda dominar Satanás. Mientras más puertas abras al pecado, más autoridad le das a él sobre tu vida, tú eliges ¿quién quieres que rija tu vida?
No pretendamos engañar a Dios, Él sabe lo que ocultamos, Él nos conoce; hasta que no confesemos nuestros pecados delante de Él, no podemos pretender ser bendecidos; cuando estamos en pecado, estamos en maldición. No podemos seguir con la mentalidad “mediocre” de creer que Dios está con nosotros, cuando estamos en pecado. No seamos tercos y necios, el pecado nos aparta de la presencia de Dios, no podemos fluir en el Espíritu si su templo está contaminado por el pecado, Él no puede habitar en una casa sucia; Él es limpio, puro, sin mancha alguna. Asegúrate de mantener tu casa limpia, tu templo justo para que el Espíritu Santo de Dios pueda permanecer en él, en todo momento.
Serás aceptado si haces lo correcto, pero si te niegas a hacer lo correcto, entonces, ¡ten cuidado! el pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo y ser su amo. Génesis 4:7 (Nueva Traducción Viviente).
¡Ya no más excusas, si pecas es porque quieres pecar, porque puedes elegir no hacerlo, es tu responsabilidad… si pecas, no te quejes de las consecuencias, arrepiéntete y apártate del mal!
Autora: Marisela Ocampo Otálvaro
Escrito para www.destellodesugloria.org