Un Destellito en las manos de Dios.-
Era un día especial para la familia Ramírez, comenzó a contar Destellito, se habían puesto de acuerdo para celebrar la llegada de Luis, procedente del norte, donde por diez meses había estado estudiando agronomía en la universidad; estaba disfrutando de sus vacaciones, y en un par de meses debía regresar para continuar con el cuarto semestre.
Como muestra de contentamiento habían decidido preparar un delicioso asado a la parrilla, debajo del gran parrón del patio de la casa. Uno de ellos concurrió al supermercado para comprar la mejor carne, invirtiendo una buena cantidad de dinero porque los invitados eran varios, dijo Destellito rascándose la nariz. Cuando los parrilleros se dispusieron a preparar la carne, con fastidio, se dieron cuenta que esta presentaba mal olor, provocando gran contrariedad, y pérdida de tiempo porque debieron concurrir nuevamente al supermercado y solicitar el cambio del producto. El olor permitió que se dieran cuenta que la carne era mala.
A Destellito le brillaba a más no poder su cabeza cuando comenzó a hablar.
La Biblia dice en 2 de Corintios 2:15, “Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden;…” El olor grato lo deben percibir todas las personas. Cada creyente debe dejar su aroma en todo lugar, y en cada persona. Aquél que no transmita ese olor agradable de Dios en su vida, en su testimonio, estará dando mal olor como la carne mala del supermercado, y será desechado. En estos días es indispensable que la fragancia del Señor sea conocida por todos los hombres, y por todas las mujeres, y los encargados de transportarla son todos aquellos que han creído en Él y lo han aceptado como único y suficiente Salvador personal, concluyó de decir Destellito.-
Autor: Oscar Olivares Dondero
Preparado para: www.destellodesugloria.org