Del camino angosto al espacioso
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
Mateo 7:13-14 (Reina-Valera 1960)
He leído un sin número de veces este pasaje bíblico, sin embargo fue hasta hace poco que reflexionando Dios me dio luz sobre cómo aplicarlo perfectamente.
El día que decidimos entregarle nuestra vida al Señor comenzamos a andar por ese camino angosto, ese camino angosto que nos evitaba el inmiscuirnos en aquellas cosas que pasaron de ser “buenas” a “malas” en el sentido que entendimos que habían cosas que antes hacíamos que nos parecían buenas, pero que ahora con Cristo en nuestra vida nos dimos cuenta que no eran del agrado de Dios. Fue así como comenzamos a hacer de aquel camino ancho o espacioso un camino angosto pues nuestra intención era agradar a Dios y no a nosotros mismos.
Empezamos a andar por ese camino angosto, en donde caminábamos de puntillas, con mucho cuidado, examinando todo, reteniendo lo bueno y desechando lo malo, ese camino angosto era el perfecto, el que Dios quería que anduviéramos, ese camino angosto se evitaba de muchas cosas que parecían “inofensivas” pero que al evaluarlas nos dábamos cuenta que no valía la pena de practicarlas, porque no honraban a Dios.
Caminar por esa camino angosto nos hacia felices, pues el hecho de saber que agradábamos a Dios hasta en lo mínimo nos hacia sentirnos orgullosos de ser llamados sus hijos.
Lastimosamente con el caminar del tiempo fuimos haciendo de ese camino angosto uno más espacioso. Comenzamos a permitirnos cosas que antes no nos permitíamos, comenzamos a dejar de caminar con cautela y comenzamos a ampliar el camino, aquello que antes nos parecía malo o equivocado nos comenzó a parecer normal y hasta bueno, aquello de lo que antes sentía dolor de cometer comenzó a convertirse en rutina en nuestra vida y poco a poco el dolor por hacer lo malo se fue perdiendo de nuestra vida, fue así como sin darnos cuenta fuimos haciendo más espacioso el camino por el que debíamos andar.
Si antes evitabas hacer o decir ciertas cosas solo por agradar a Dios y hoy en día haces sin ninguna pena lo que antes evitabas tengo que decirte que dejaste de caminar por el camino angosto y en su lugar estás dando pasos en el camino espacioso.
Hay que ser sinceros, todos en algún momento de nuestra vida nos desviamos del camino, dejamos de andar por el camino angosto y comenzamos a andar por el especioso, ese que está lleno de cosas que desagradan a Dios pero que humanamente ya no reprochamos, porque ahora a diferencia de antes lo vemos “normal” basados muchas veces en que “todos lo hacen”.
Cuando tu comienzas a hacer las cosas que todos hacen y comienzas a ponerle etiqueta de permitido a todo, entonces dejaste de andar por el camino angosto, porque el camino angosto no se permite muchas cosas, al contrario es un camino en donde todo se examina y lo que no honra a Dios se desecha. El camino angosto es difícil de andar porque la mayoría tilda ese camino de “religiosidad” o “fanatismo” esos términos que el diablo usa para tratar de hacer ver lo bueno malo.
Dios quiere que dejemos de andar por el camino espacioso y volvamos al camino angosto, la voluntad de Dios es que examinemos todo y desechemos lo malo y nos volvamos hacia lo bueno. El camino angosto está lleno de prudencia, sabiduría y voluntad de agradar a Dios, nadie que quiera andar por el camino angosto lo va lograr sin estás tres cosas, porque se necesita valor para andar en el camino que nadie quiere andar, ese camino de negación a uno mismo, ese camino difícil pero que al final trae una recompensa que vale más que cualquier regalo que el mundo y sus deseos te quieran dar.
Jesús dijo: “porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Mateo 7:14 (Reina-Valera 1960). Me llama mucho la atención de las últimas palabras de ese verso: “y pocos son los que la hallan”, eso quiere decir que son pocos los que no hacen lo que todos hacen, sino que se dedican a hacer lo que Dios quiere que hagan sin importar el desprecio, burla y odio de los demás.
¿Cuál es el camino por el que estás andando?, ¿Angosto?, ¿Espacioso?
¡Busquemos y encontremos el camino correcto que es el angosto y caminemos en el!
Autor: Enrique Monterroza
Escrito originalmente para www.destellodesugloria.org
Autorizado para publicarse simultáneamente en: www.devocionaldiario.com – www.enriquemonterroza.com y https://reflexionesydevocionales.blogspot.com