“Porque la queremos”
El motivo de mi ausencia no tiene que ver con que no quiera o con que no tenga hambre, todo lo contrario, precisamente a esa hora es cuando más hambre me da, pero he encontrado una actividad que me produce mucha diversión, tanta o más de la que me producían los desayunos junto a los profes. Todos los días que trabajo allí, un grupo de niños y niñas de distintos cursos y edades asiste a mi oficina para saludarme y pedirme una hoja blanca para dibujar. Como la oficina es pequeña y sólo hay un escritorio donde apoyarse y allí estoy yo, los niños y niñas se ubican en distintos lugares, muchos de ellos se tiran al suelo y allí expresan su arte. Hacen comics, tarjetas para las mamás, dibujos de las caricaturas de moda, etc. Durante los 15 minutos de su recreo están creando algo, produciendo algo. Muchas de sus obras maestras quedan en mi oficina, los más artistas me solicitan que las pegue en las paredes para exhibirlas, yo accedo con gusto.
Inicialmente, eran siempre dos del mismo curso los que iban a visitarme y después el número fue aumentando, tantos son ahora que deben turnarse y ya los materiales no me alcanzan para todos, las hojas escasean y los lápices también. Antes eran sólo los más pequeños, ahora van hasta de 12 y 14 años a visitarme. Mi curiosidad era tal que un día, cuando la oficina estaba al máximo de su capacidad, les pregunté por qué preferían estar en la oficina en vez de estar jugando en el recreo en el patio, la hoja yo se las podía dar y ellos podían hacer sus creaciones al aire libre. La respuesta fue unánime y estremeció mi corazón: “porque la queremos”.
Esa respuesta es la que me gustaría escuchar sobre Jesús cuando le pregunto a la gente por qué asiste a una iglesia: Porque queremos a Jesús. Qué maravilloso sería que de los labios de todos los creyentes que se congregan la respuesta fuera unánime. Que no fuera por los amigos, por tradición, por protección, por rutina o costumbre, porque no tiene otra cosa que hacer ese día, o para no sentirse mal. Que extraordinario sería que cuando nos preguntasen el por qué no robamos, no adulteramos, no tenemos relaciones pre matrimoniales, no consumimos drogas o alcohol en exceso dijéramos: Porque queremos a Jesús. Si tuviéramos la convicción de esos niños y niñas pequeñas para responder, no querríamos separarnos por un momento de Cristo, desearíamos disfrutar de nuestro mejor momento (nuestro “recreo”) con Él ¡porque lo queremos! Anhelo que llegue el día en que las congregaciones se preocupen más de que la gente quiera más a Jesús que al Pastor y que si pone en práctica los principios que se le presentan no sea porque quieren tanto a su líder que no lo quieren defraudar, sino que lo hagan porque aman al Maestro.
Este mundo, el tuyo y el mío, sería tanto mejor si nos moviera el amor por Jesús a hacer las cosas, no el temor a recibir una consecuencia que no nos gusta, o el qué dirán si hago o digo tal cosa, o la vanidad de ser yo mismo querido por lo que hago o aparento hacer. Este mundo sería el mundo que Dios soñó cuando creó si todos nos movilizáramos por el amor al creador. El amor por Jesús te movería a no querer hacer nada que quebrara la relación entre Él y tú, no por temor, sino por el deseo de darle motivos para alegrarse y mirarte con aún más amor.
Este mundo necesita que tú demuestres que lo que haces o dejas de hacer no los has decidido porque de un púlpito te lo han dicho, lo haces porque en tu corazón late y late un amor tan fuerte por Jesús que te impide no hacerlo, no querer agradar su corazón y hacerlo sonreír. Lo haces porque lo amas…y nadie te ha obligado a hacerlo, tú lo decidiste.
Y tú ¿por qué asistes a tu congregación?
Autora: Poly Toro
Escrito para www.destellodesugloria.org