La fe de un niño
Indudablemente, esta es la actitud que El espera de sus hijos. Que tengamos una fe sencilla, genuina, espontánea y dinámica, como la del pequeño Edgar. El no se limitó a permanecer allí, lamentando su situación. Tampoco se quedó en una actitud pasiva, esperando que el milagro llegue a su encuentro. ¡No! ¡El iría en busca de su milagro! Al igual que aquella mujer, que padecía de flujo de sangre desde hacía 12 años (Lucas 8: 43-44) Ella se levantó en fe y se dirigió al Maestro, abriéndose paso en medio de la multitud que la apretujaba, pero quedó libre de su azote en ese mismo instante en que tocó el borde del manto de Jesús.
¡El niño se movió también en fe y salió en busca de su milagro!
Esto me recuerda el pasaje de Juan 11: 39 cuando Jesús, frente a la tumba de Lázaro y ante la multitud expectante que se encontraba en ese lugar, les ordena: “Quitad la piedra” ¿Por qué razón les tocaría a ellos, remover aquella piedra tan pesada? ¿Es que no podía el Señor hacer el milagro completo? Pues sencillamente, hay cosas que nos corresponde hacer a nosotros y ¡debemos hacerlas! El resto, queda en la plena potestad y soberanía de nuestro Dios. Edgar conocía a una mujer de fe, de oración y ¡ese era el momento preciso para hacerle una visita!
Con toda seguridad, la mamá llevará luego al niño a consultar con el odontólogo y el pequeño seguirá un tratamiento hasta recuperarse totalmente. Para eso, el Señor ha puesto la ciencia y la tecnología a nuestro servicio. No obstante, la actitud de este pequeño lleno de fe, que tuvo al Señor como primera opción ¡es digna de destacarse y hasta de ser imitada! Con frecuencia, los adultos somos expertos en complicar las cosas.
Nosotros esperamos ver primeramente, para luego entrar a considerar si acaso, deberíamos creer. Sin embargo, lo que nos dice el Señor, es que si podemos creer ¡entonces veremos su gloria! Porque ¡todo es posible para el que cree! El ejemplo de Edgar, me lleva a reflexionar, acerca de cuánta bendición sería para mí, si pudiera tener esa clase de fe…¡la fe de un niño! ¡Cuánta razón tenía el Señor al darnos ésta recomendación en Mateo 18:3
“Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis al reino de los cielos”
Autora: Estela Schüsselin
Escrito para: www.destellodesugloria.org