Si es necesario ¡Electrifiquemos la cerca!
Sin embargo, un día literalmente me largué a llorar por la frustración y la impotencia que sentí al mirar por la ventana del cuarto que da a la huerta. ¡Mi corazón se hizo trizas! Aquello parecía haber sido el escenario, en el que se libró ¡una verdadera batalla campal!.…¡Habían flores, hojas y repollos desperdigados por todos lados! La huerta había perdido sus formas y su armonía, ¡todo era un caos!.La desazón se pintó en el rostro de mi esposo. “¡No es justo!” pensé… ¡tanto se había esforzado él! ¡Mucho tiempo y esperanzas había invertidas en esa labor!..Aún así, a al poco rato lo veo tomar sus herramientas para recomponer aquella huerta. Comenzaba a remover la tierra, a abonarla, a hacer los surcos y a sembrar… Admiré su determinación, su capacidad para sobreponerse a las circunstancias y comenzar de nuevo. Esto se lo he visto hacer una y otra vez a lo largo de nuestra larga vida juntos… Aquellos cerdos oportunistas que entraron con total libertad a robar y destrozar todo a su paso, pudieron hacerlo ¡porque no teníamos un cercado!
Luego de aquella nefasta experiencia, mi esposo colocó una cerca electrificada, aunque con poco voltaje, para proteger las hortalizas, de los intrusos cerdos, que la visitaban por la noche con malas intenciones. Aquello no los mataría, pero les enseñaría que allí ¡no hay nada que ellos puedan hacer! De la misma manera, el enemigo de nuestras almas, que sólo vino a hurtar, matar y destruir (Juan 10.10) ¡cuántas veces se dio el lujo de entrar y remover la tierra de nuestro corazón! ¡Cuántas veces nos robó no sólo la semilla, sino también la flor, y aún el fruto incipiente que tanto atesorábamos! La Biblia dice en 1 Pedro 5:8, que: “nuestro adversario el diablo, anda como león rugiente, buscando a quien devorar…”
Amado, el enemigo también debe recibir el toque fuerte de una “cerca electrificada”, para que cada vez que quiera traspasar los linderos y meterse en nuestras vidas, en nuestras familias, en los ministerios, sepa que ¡allí no hay nada que él pueda hacer! Que esa “huerta” tiene un dueño, y un mayordomo que la cuidan de día y de noche. ¡No nos dejemos robar las bendiciones! No permitamos que nadie nos arrebate, lo que hemos recibido de pura gracia, ni tampoco aquello por lo que hemos trabajado tan arduamente. Si es necesario…¡electrifiquemos la cerca! Si nos sometemos a Dios, podremos resistirle al diablo, y este huirá de nosotros, parafraseando lo que está escrito en Santiago 4:7:
“Sometámonos pues a Dios, resistamos al diablo, y huirá de nosotros”
Autora: Estela Schüsselin
Escrito para www.destellodesugloria.org