Destellito, se encontró con una historia que no puede dejar de contársela a sus lectores. Durante la conquista española, en el sur de Chile, existía una tribu de indígenas que se llamaban “araucanos” o “mapuches”, entre otras cosas se destacaban por su valentía, ya que ofrecieron dura resistencia a los soldados españoles, de hecho, jamás pudieron ser sometidos, de tal modo que existen hasta hoy. Vivían en rucas gobernados por un jefe o toqui, eligiendo al que tenía más fuerza, y desde pequeños eran adiestrados para la caza y la guerra. Los conquistadores introdujeron a la zona el perro y el caballo, además de otros bienes. Los araucanos cuando vieron al caballo montado por un jinete, creyeron que eran una sola cosa. También trajeron indios blancos, y como tenían la piel cobriza, creyeron que eran dioses, y negros que venían como esclavos. En cierta ocasión, en una incursión contra los españoles, los araucanos tomaron varios prisioneros, entre ellos, un hombre de raza negra. Al llegar al campamento, la gente araucana observaba sorprendida el color de la piel del prisionero, e imaginando que estaba sucio, lo bañaron con agua fría, después con agua caliente, y finalmente lo refregaron con corontas de choclo o mazorca, provocándole la muerte. Los indios intentaron en vano cambiar el color de la piel de desafortunado hombre negro, expresó Destellito.
Los Mapuches o Araucanos
Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Mateo 5: 36.
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?. Lucas 11: 13.
Nadie puede cambiar el color de su piel, es una empresa imposible, y como dice la Palabra de Dios, La Biblia, tampoco se puede hacer con un cabello negro o blanco, además, los hombres y las mujeres por la naturaleza heredada en el Jardín del Edén, son malos a causa del pecado, y es realmente complicado que una persona cambie por sí mismo, quizás algunas áreas de su vida las pueda transformar, pero esencialmente seguirá en pecado, seguirá siendo malo. La única forma que existe es nacer de nuevo, que una nueva criatura, jamás nacida por intervención humana, y que se identifica como “el nuevo hombre”, sea realidad por la fe en el Señor Jesucristo. Los araucanos quisieron cambiar el color de la persona de raza negra, y no pudieron. Lo mismo con los hombres y las mujeres, los que podrán realizar sus mejores esfuerzos para cambiar el color negro de los pecados, pero no podrán. Necesitan a Jesús.