Raíces profundas
Hoy mismo conversaba con una compañera de trabajo que es colombiana y que hace poco tiempo atrás visitó Magallanes, quedando totalmente maravillada de los paisajes y de todo lo que vivió, comió y sintió en ese lugar, pero una de las cosas que más cautivó su atención era que los árboles no estaban totalmente erguidos, sino que estaban inclinados hacia una misma dirección, esto se produce por las grandes olas de viento que se producen, con más de 100 kms/h no hay peatón que resista sin que deba tomarse de un cordón amarrado a las iluminarias de la calle para poder transitar. Ese mismo viento ha sido el que ha torcido el tronco de los árboles; sin embargo, sus raíces son tan firmes y profundas que ningún ventarrón lo arranca de cuajo.
Desearía que fuésemos así en nuestra vida espiritual. No hablo de ir o no a una congregación X o Y, que hay que hacerlo, hablo de tener una relación de raíces tan profundas con Dios que no importe desde dónde el viento nos sople, ni la velocidad que este tenga, nada nos mueve de nuestro lugar, y pese a que nuestro “tronco” se tuerce o enchueca, en verdad lo que hace es adaptarse a la adversidad y ser flexible. Sería ideal que cuando el desafío, la prueba, la adversidad, como quieras llamarlo viniera…pese al estrago que le causara a nuestras ramas y hojas, pudiésemos evidenciar lo poderosas que son nuestras raíces, nuestras convicciones, nuestras creencias y nuestros pactos con Dios. Que no importando en la “postura” que quedáramos, la potencia de nuestras raíces, bien aferradas al suelo, demostrara en quién estamos cimentados, quién es nuestra roca y nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
La próxima vez que vientos de más de 100 kms./h. quieran arrebatarnos y movernos de nuestro territorio, recordemos que pese al estrago que esto cause, lo importante es la profundidad de las raíces. Lo trascendental es cultivar una relación profunda con Dios puertas adentro, no puertas afuera; no una relación social con Dios, sino una relación íntima con Él, una relación sin apariencias ni falsas caretas, una relación que nos permita ir enterrando nuestras raíces un milímetro más, un centímetro más, un metro más cada día, día a día y hasta el último suspiro de nuestras vidas.
Si cada uno de nosotros hiciera menos alboroto de su tronco, de sus ramas y de sus frutos y mostrara con integridad la profundidad de sus raíces no habría nada más que hablar, nada más que discutir ni nada más que demostrar. La raíces hablan por sí mismas.
Autora: Poly Toro
Escrito para www.destellodesugloria.org