Es Dios
Filipenses 2:13 (Reina-Valera 1960).
Quien no quisiera que las demás personas fueran diferentes, que cambiaran su manera de actuar y de pensar. A veces queremos que nuestro prójimo sea como nosotros pretendemos, para así poderlos tolerar. Pero la realidad es otra y es ahí donde las vanas promesas que nos hacen las demás personas quedan sin valor alguno, en el sentido que nos prometen cosas y no las cumplen y dicen que van a cambiar por otra persona.
Hay una gran verdad y es que nadie cambia por nadie, el único que puede lograr el cambio en una persona es Dios, del resto son puros actos disfrazados de verdad, pues a la hora que des la espalda, la otra persona sigue siendo como antes.
Por otro lado, no debemos obligar a nadie a tomar las decisiones, ni que hagan lo que nosotros queramos, cada quien es dueño de su voluntad. Me explico, como hijos de Dios debemos ser ejemplo e influenciar de manera positiva, dar consejos que vallan conforme a lo que Dios le agrada, pero la decisión de tomarlos y llevarlos a cabo es de la otra persona; Mas no obligar, ni amenazar, debemos hacer las cosas siempre con la verdad, acompañada de sabiduría y respeto.
Tal vez nuestra familia, amigos, y demás no se ha convertido, y no quieren saber nada de Dios, no nos preocupemos, prediquemos la palabra, hablemos de Dios y oremos, que a su tiempo El hará. Porque nada ganamos obligando otros a que asistan a la iglesia o que crean en Dios; porque a nosotros Dios no nos obligo a creerle, la decisión es personal. Encarguémonos de sembrar la semilla, pues Dios es quien se encargara de hacer que de fruto. La lucha no es con nuestra fuerzas, sino con su espíritu quien trae convencimiento de pecado (Zacarías 4:6).
Por eso debemos actuar con cautela y dejar de pensar que nosotros somos quien logramos el cambio en alguien más, y no permitir que las cosas se hagan como queremos, sino como Dios quiera que sea.
¡Dios es quien nos motiva hacer el bien y nos ayuda a como practicarlo, para así cumplir su voluntad!
¨Hagan todo sin hablar mal de nadie y sin discutir por todo, para que no pequen ni nadie pueda culparlos de nada. En este mundo lleno de gente malvada y pecadora, ustedes, como hijos de Dios, deben alejarse de la maldad y brillar por su buen comportamiento. Filipense 2: 14-15 (Traducción en Lenguaje Actual).
Autora: Jessica Terán
Escrito para: www.destellodesugloria.org